Al detective de Homicidios Somerset (Morgan Freeman) le queda una semana para jubilarse cuando le asignan a un nuevo compañero, Mills (Brad Pitt). Es un muchacho joven, recien llegado a esa ciudad no determinada de los Estados Unidos. Mills cree que lo tiene todo para ser un detective basándose en su experiencia de tres años como tal. Somerset dice que no lo sabe todo, y que desde luego es un novato en lo que se refiere a esa ciudad con altísimos niveles de violencia, húmeda, y con una atmósfera oscura y deprimente.
Al poco los vemos siguiendo la pista de un asesino en serie que mata a sus víctimas siguiendo la odea de los siete pecados originales. A un tipo gordo y comilón lo obliga a coomer hasta morir. A un abogado codicioso le obliga a cercenarse un miembro y a pesarlo en una balanza para castigar su pecado. Una prostituta especializada en sexo extremo es penetrada por un artefacto con cuchillas. Una modelo vanidosa prefiere morir con un teléfono pegado con un fuerte adhesivo industrial a la oreja con tal de no quedar desfigurada. Un drogadicto es atado a una cama y mantenido con vida durante un año. El tipo es rescatado con vida pero se ha tragado la lengua a causa del sufrimiento y no puede ser interrogado.
Somerset y Mills persiguen a John Doe (Juan Nadie), un tipo indeterminado por las calles de la ciudad, hasta el punto de tener un tiroteo con él hasta que se entrega, lo que lleva a la pareja de detectives a un inesperado y estremecedor final.
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