Los S.S. agitan las porras para que el cargamento humano bajo de los vagones de ganado lo antes posible. Las familias, desconcertadas, se agarraban entre sí. Presienten que si se sueltan de las manos, no volverán a verse. No saben cuánta razón tienen. Mauritios Berner no quiere perder de vista a su esposa y a su hija. Mira en torno,buscando, sin acerse muchas ilusiones quien la pueda ayudar. Cree reconocer un rostro amigo en Víctor Capesius, el farmaceutico de su pueblo. Ahora viste un uniforme nazi y se encarga de la primera selección.
Cuando la inevitable separación tiene lugar, Capesius consuela a Berner: "Solo van a tomarse una ducha. Las volverás a ver pronto". Unos días más tarde Mauritius Berner descubrirá que en realidad a donde ha enviado a sus familiares Capesius es a la cámara de gas, y que incluso él ha firmado los papeles.
En 1963, Capesius es juzgado, junto con otros criminales del Holocausto en el llamado Proceso de Fráncfort. Parece ser que el juez de la Corte Penal le tuvo que llamar la atención porque era el único que interrumpía a los testigos con ruidosas carcajadas.
La escritora Patricia Posner reconstruye la historia de Víctor Capesius en EL FARMACEÚTICO DE AUSCHWITZ (Crítica), un libro que muestra cómo gente normal puede volverse malvada. Víctor se convirtió en un criminal de guerra que ayudó a asesinar a cientos de miles de iocentes como si fuera algo normal, incluso aburrido.
Era el hijo de un médico de un pueblo de Transilvania. Estudió Farmacia y trabajó como visitador de Farben Bayer antes de que empezase la guerra. Así conoció a muchos clientes y nimerosos colegas farmaceúticos y médicos. A muchos de ellos se los encontraría en la rampa de selección de Auschwitz mientras decidí si vivían o morían tras la primera selección.
En 1943, las S.S llamaron a Víctor Capesius a filas. Como requisito para entrar en las filas del equipo médico de las S.S. se tatuó su grupo sanguíneo en la axila. Fue destinado a los dispensarios de los campos de Sachsenhauen y Dachau antes de ser trasladado a Auswitz en 1944.
Su misión era retirar los medicamentos y el instrumental médico de los equipajes de los prisioneros. Así aprovechó para apoderarse de oro y joyas para poder pagar sobornos en el hipotético caso de que fuese necesario hacerlo.
Otra de sus labores era custodiar las latas de gas Zyklon B,un pesticida a base de cianuro con el que se axfisiaba a los prisioneros en las cámaras de gas. Capesius guardaba las llaves de los almacenes donde se guardaban las latas y dirigía la brigada de prisioneros que las trasladaban hasta las cámaras de gas. Como farmaceñutico, suministró medicamentos para los terribles experimentos con los prisioneros.
Hubo testigos que lo vieron sonreír y bromear con el doctor Mengele mientras los S.S se llevaban a los adolescentes del Bloque 11 para matarlos.
Pero Capesius era un cobarde. Lo demostró cuando huyó a espaldas de sus superiores ante la proximidad de las tropas rusas, junto con otros S.S. Lo capturaron los británicos pero ante el desorden de tantos desplazados era difícil saber cuánta sangre manchaba las manos de cada cuál y lo dejaron marchar.
Capesius estudió Ingeniería Eléctrica en Stuttgart. En los formularios de desnazificación obvió su estancia en Auschwitz. Pero cuando un antiguo prisionero loreconoció en la calle las autoridades lo detuvieron. Capesius escribió a antiguos amigos diciendo que era un buen cristiano que solo prestó servicios médicos y logísticos en Auschwitz.
Se instaló en Göppingen tras pasar un año en la cárcel, en 1950. Abrió la Markt Aphoteke, una farmacio con los últimos adelantos. También fundò un Instituto de Cosmética, se compró una finca de caza y participó en varios torneos de tenis.
Su suerte cambió con la intervención del fiscal judío Fritz Bauer y del superviviente Hermann Langsbein, un cazador de nazis. Capesius fue localizado, identificado y detenido en 1959.
El farmaceutico se gastó una fortuna en abogados. Declaró que solo prestaba servicios médicos en el campo de expterminio e incluso afirmó haber cmbatido con éxito una epidemia de tifus. ¿Quçe por qué se le señalaba con el dedo? Porque los acusadores eran comunistas resentidos.
Tras dos años de juicio, en 1965 Víctor Capesius fue condenado a 9 años de cárcel que no llegó a cumplir íntegros. En 1969, la Corte Suprema de la RFA lo excarceló porque no existía riesgo de que se fugase si volvía a ser juzgado.
Regresó a Göppingen donde fue recibido conuna banda de música y aplausos por sus vecinos, que lo veían como un empresario injustamente perseguido. Se abrazó a su mujer y a su hija, a las que había sacado de la Rumanía comunista con el dinero robado a los prisioneros judíos.
Capesius vivió tranquilo, sin que nadie le señalase con el dedo, hasta su muerte en 1985. Nunca se sintió culpable por nada. Falleció de un infarto a los 78 años, Su historia es una historia de impunidad, porque, como señala Fritz Bauer, "sin la complicidad de los "don nadie", Hitler habría sido inimaginable".
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