Fallon es profesor de neurociencia, lleva un cuarto de siglo analizando cómo funciona la mente de los asesinos en serie, hasta que mirando en compañía de un asistente unos escáneres cerebrales de psicópatas y otros de personas que no tenían pasado delictivo llegó a una asombrosa conclusión: "Tengo el cerebro de un psicópata. Y una historia familiar llena de psicópatas. Pero, a pesar de todo, soy un tipo de los más inofensivo".
¿Le impactó el descubrimiento?
Nos reímos mucho mi técnico de laboratorio y yo. Luego pensé que habíamos hecho mal las pruebas médicas o que mis colegas del Departamento de Neurociencia me estaban gastando una broma. Después lo consulté con mi madre y me dijo que en la familia de mi madre había habido siete asesinos. Uno de ellas es Lizzie Borden, la famosa asesina del hacha.
¿Cuándo debemos empezar a hablar de psicópatas?
La psicopatía es un transtorno de la personalidad. Los psicópatas son incapaces de amar, muy manipuladores y unos mentirosos geniales. Pueden ser increíblemente encantadores y se mantienen interpérritos en las situaciones de stress. Son impulsivos, no conocen la culpa y no sienten remordimientos por sus malas acciones. Hay un cuestionario llamado la Lista de Verificación de Hare, que mide si eres un psicópata primario o secundario.
¿Y qué diferencia hay?
Los primarios dan puntuaciones cercanas al máximo, los 40 puntos, en el Cuestionario de Hare. Ya han nacido así, y son bombas de relojería andantes. Los que rondamos los 20 puntos, o poco más, sólo nos convertoremos en amenazas para la integridad o la vida de los demás si recibimos acoso por parte del entorno familiar o escolar o recibimos abusos en la infancia. Yo he tenido una infancia agradable por lo que no creo que dañe a nadie deliberadamente.
¿Cómo se lo toma su familia? Digo que usted es un tipo muy agradable y tal...
Ya, José Félix, pero me importas un ardite. Estoy hablando contigo como podría estar haciendo otra cosa. Cuando te vayas te habré olvidado por completo.
Mi hijo me dice que cuando me enfado puedo ser terrible y atemorizante y mi esposa Diane también conoce mi lado oscuro. Mis hijos, al principio, eran juguetitos, pero cobraron interés cuando se hicieron mayores. Podemos pasarlo en grande en un bar, pero ellos arrugan el ceño cuando ven que puedo ser tan cálido y encantador con el barman, un desconocido, que con ellos.
Los amigos se lo pasan bien conmigo porque creo tal ambiente que soy capaz de desinhibirlos por completo. ¿Ven la edad que tengo? Pues acabo bailando encima de las mesas y consiguiendo que se rían con los chistes más absurdos. Y ellos acaban subiéndose también a las mesas, con total confianza.
Me gusta vengarme, cuando alguien me supone un problema importante en la Universidad. No haciéndole daño físico, claro, sino esperando años y años a que se presente la ocasión, y actuando quirurgicamente contra los intereses de esa persona. Algunas personas han perdido su trabajo por mi culpa. Lo disfruto, pero al rato soy el de siempre.
¿Se puede curar a un psicópata?
No; no se puede. Eso es una fantasía más propia de una adolescente romántica que de una persona seria.
¿Qué recomienda hacer con los psicópatas primarios?
Los que agreden sexualmente deberían ser castrados y enviados a la cárcel con parte del cerebro inutilizado. Los psicópatas primarios no son enfermos mentales pero tampoco han elegido - aunque los jueces, los jurados populares y ellos mismos crean que sí- dañar a la gente. No lo pueden evitar. Es su naturaleza. Así que para defendernos deberíamos mandarles, terminadas sus condenas, a un sitio donde tengan que utilizar todas sus energías y agresividad en sobrevivir.
Dice que los psicópatas secundarios son buenos líderes.
Bill Clinton dio una buena puntuación en el Test de Hare y fue uno de los mejores presidentes de los Estados Unidos del siglo XX, así como también Jack Kennedy o Franklin Delano Rooselvelt. Si tienen que tomar decisiones impoplares las toman; si tienen que oír malas noticias, las asumen.
También Wall Street es un buen lugar para los psicópatas secundarios. Solo ven las cifras. No se implican emocionalmente ni consigo mismos ni con los accionistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario