viernes, 24 de abril de 2020

Los rickshaws de Kolkata.

El tráfico de la hora punta de Calcuta parece sacado de una novela de Tom Clancy ambientada en España. Según esta paralizábamos el país durante la hora de la siesta durante un par de horas y luego regresábamos a nuestros lugares de trabajo a toda prisa en medio de embotellamientos en lo que Clancy denominaba la Hora de Aplastar.

Los coches de Kolkata ( antiguamente Calcuta) no respetan las señales de plástico y la única forma de que no te atropellen en un paso de cebra, a pesar de tener tú la preferencia, es unirse a un grupo lo suficientemente numeroso para que los conductores se lo piensen dos veces.

Pero en medio de esta Hora de Aplastar real vemos un vehículo exótico que no tiene nada que ver con lo descrito antes, Un hombre delgado, que parece necesitar las atenciones de la Madre Teresa de Calcuta, corre por las calles embarradas de esta ciudad de Bengala Occidental llevando a una señora mayor y sus bolsas de la compra en un palanquín llamado rickshaw. De uno de los dedos de su mano izquieda cuelga una campanilla para tratar de hacer notar su presencia, acallada entre el clamor de cláxones y bocinas.

Los conductores de rickshaw proceden de provincias más pobres como Bihar y suelen vivir con sus familias en el local donde guardan y reparan sus palanquines. Los dirige un hombre de edad avanzada llamado el sardar. Por tener derecho a vivir en un dera, o taller de palanquines deben pagar al sardar 100 rupias ( unos 1,70 euros) al mes. Pero ganan 100 o 150 rupias al día, de los que 20 son para el alquiler del rickshaw. Las multas y las mordidas de los corruptos policías de Kolkata suelen ser de 75 rupias. La multa más frecuente es circular por lugares en los que los rickshaws están prohíbidos.

Curiosamente ni los turistas ni los hindúes de clase alta usan los rickshaws. Los hindúes de las elites los ven como algo propio de la colonización inglesa y ven como algo humillante para el wallah ( el que debe tirar de ellos) tirar de un rickshaw para llevar a alguien más rico. Los hindúes de casta intermedia se suben a estos vehículos para llevar sus compras por callejones en los que no entraría unvehículo privado o para vigilar que sus hijos lleguen sanos y salvos al colegio. "Nos gusta llevar escolares, porque así nos convertimos en parte del servicio de esa familia. Es un ingreso fijo", me explica un wallah.

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