sábado, 11 de abril de 2020

Una pandemia de cólera y algunos curas católicos menos.

17 de julio de 1834. Los transeuntes pasean tranquilos por la Puerta del Sol de Madrid cuando uno de ellos ve a un zagal meter barro en la cuba repleta de un aguador. El hombre o la mujer da la voz de alarma y el chico recibe un montón de puñaladas hasta que la Policía logra disolver la multitud.

Es una gamberrada habitual entre los chavales de Madrid. Los viandantes la han visto cientos de veces. ¿Por qué esta reacción exagerada?

En 1834 hace 10 meses que reina Isabel II. Su tío, Carlos María Isidro, cree que tiene tanto o más derecho al trono que ella, gracias a la Ley Sálica y se ha levantado en armas en el País Vasco, apoyado por el clero más reaccionario.

Mientras tanto, Madrid se enfrenta a una epidemia de cólera, una enfermedad que se propaga por el consumo de agua en mal estado. Los curas de Madrid empiezan a decir que la enfermedad es un castigo divino mientras que la escasas autoridades médicas regatean con la información a los ciudadanos porque creen que esa misma información pondría los platillos de la balanza de parte del pretendiente carlista.

Corre el rumor de que los curas católicos están ordenando a pobretes y adolescentes que envenenen el agua de la capital para favorecer a Carlos María Isidro. El 17 de julio de 1834 un franciscano es apaleado en la Calle Toledo. Los jesuitas del Colegio Imperial son asesinados por las masas en una matanza generalizada de sacerdotes.

Un siglo más tarde de los acontecimientos que traigo en esta entrada, el etnógrafo Julio Caro Baroja publica su "Historia del anticlericalismo español". Se atreve a hacer un cómputo de los sacerdotes muertos la jornada del día 17. Son en total 75 de los cuales 40 han sido quemados vivos o pasados a cuchillo en el convento de San Francisco el Grande.

La pandemía de cólera había dado sus primeras noticias en el delta del Ganges en 1817. A España había irrumpudo a través del puerto de Vigo en enero de 1833, cuando Fernando VII todavía estaba vivo. Desde Galicia se extiende por Portugal, Extremadura y Andalucía. Los movimientos de tropas liberales y carlistas extienden la enfermedad entre los civiles. Y tal como vino, la pandemia se extinguió en enero de 1836.

Las autoridades habían creado en 1827 la Real Junta Superior Gubernativa de Medicina y Cirugía. Los miembros de esta Junta viajaron por toda Europa para hacer informes sobre cómo otros países europeos estaban haciendo frente a la pandemia de cólera. Los comisionados enviados a Varsovia informaron de un progromo contra los judíos tan sangriento como el anticlerical español. En Filipinas, colonia española, los tágalos atacan a la comunidad inglesa de Manila. Otra matanza de frailes y legitimistas tiene lugar en Francia.

En 1831 se decretó la cuarentena de barcos y mercancías del extranjero en los puertos españoles. Entre las medidas que la Junta decretó entre 1833 y 1836 estuviero las de eliminar los focos de insalubridad, reducir la miseria de las clases populares, facilitar el acceso a los cuidados médicos, instruir en higiene a las masas y el aislamiento de poblaciones contaminadas así como prohibir el contacto con focos internacionales de contagio.

A partir de 1836 se mejoró el suministro de agua, el alcantarillado y la salubridad de los espacios comunes en las fábricas,instituciones públicas y hospitales.

Tras la epidemia de cólera de 1883 en Alcácer, Valencia, sería un bacteriólogo español, el doctor Jaime Ferrán i Clúa el que desarrolle la primera vacuna contra el cólera.

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