El Delfín solamente tenía 12 años cuando afloró la atracción por esta aristócrata, que también había sido el años platónico de su padre, Luís XIII. Su madre, Ana de Austria, organizó guardias de nobles de toda su confianza para que el joven príncipe jamás se quedara a solas con esa mujer, ni con ninguna otra.
MADAME DE MONTESPÁN.
Se llamaba realmente Françoise athenais de Rochechuart y participó en todos los saraos de Versalles durante una década. Le dio a Luís XIV siete hijos que fueron leitimados y recibieron un título nobiliario. La Montespán cayó en desgracia cuando se vio implicada en una trama de envenenamientos encargados a la bruja abortista La Malvoisin, relacionados con herencias e intrigas de alcoba. El Rey Sol que había dejado de amarla, por sus continuadas escenas de celos, tuvo la excusa perfecta para alejarla de la Corte.
DUQUESA DE LA VALLIÈRE.
El soberano mantenía una aventura amorosa prohíbida con su cuñada, Enriqueta, duquesa de Orleans. Para evitar el escándalo y las habladurías tomo por amante a Françoise de La Baume, duquesa de la Vallière, una de las damas de honor de Enriqueta. Tuvo con la duquesa cuatro hijos de los cuales dos sobrevivieron a la infancia y fueron legitimados.
MARÍA TERESA DE AUSTRIA.
La reina consorte y la víctima de todas las infidelidades de Luís XIV. Ella jamás le reprochó nada y él jamás fue descortés con ella.
MADAME DE MAINTENON.
Era la institutriz de los hijos que Luís XIV tuvo con Madame de Montespán y, tras la muerte de María Teresa de Austria, se convirtió en su segunda esposa. Culta y devota estuvo detrás del cambio de actitud hacia los hugonotes del Rey Sol, y quizá fue la inductora de la Revocación del Edicto de Nantes, por el que se los expulsaba de Francia. Ella aportó a su matrimonio algo que hizo que Luís XIV perdiera el interés por las aventuras galantes.
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