lunes, 8 de junio de 2020

La epidemia de peste de Atenas (430 a de C)

Tras las Guerras Médicas (480 a de C) Atenas destacó como potencia naval tras emboscar a las naves de Jerjes, el rey persa, en el Estrecho de Artemisión. El imperialismo de esta polis y los sucesivos desplantes a las polis aliadas, reunidas en lo que se llamó la Liga de Delos, hizo que la potencia del sur de Grecia, Esparta, congregase en torno de sí a los agentes políticos descontentos y se organizara una guerra para hostigar a la altiva Atenas.

Cuando la infantería espartana sitia Atenas los campesinos de los alrededores se encierran en la ya superpoblada ciudad. La flota ateniense hunde los transportes de tropas espartanos y sus buques de suministros, conscientes de que no tiene nada que hacer en una batalla campal contra la infantería espartana. Hasta que una misteriosa enfermedad decanta el destino de la polis.

La enfermedad misteriosa se origínó en Etiopía y arrasó Libia y Egipto. Cuando llega a Atenas en 430 a de C, las personas apelotonados en los templos y los edificios públicos son el caldo de cultivo perfecto para el patógeno desconocido.

Hubo tres brotes diferentes: 430 a de C, 429 a de C, 426-425 a de C. En el segundo de estos brotes murieron los principales almirantes atenienses y el propio Pericles, por lo que la guerra ya no fue dirigida por un líder competente y carismático. Los espartanos retiraron el sitio, temerosos del contagio en 425 a de C.

Esparta también se vio afectada aunque como compraba menos objetos de lujo del norte de África  que las demás polis, potenciando el autoabastecimiento, pudo combatir la epidemia. Esto marca el final del periodo clásico. El siglo IV a de C vería el auge de la ciudad de Tebas dominada por Epanomindas y Pelópides.

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