Ted Bundy violó, torturó y mató a unas 30 chicas con media melena, quizá a más. Y practicaba la necrofilia con sus víctimas. Sin embargo se había casado con Elizabeth Kendall y había sido el padrastro casi perfecto para su hija Molly. Fue ejecutado en 1989 en la silla eléctrica. Tenía 42 años y hasta el día de su ejecución siguió escribiendo apasionantes cartas de amor a su esposa.
Han pasado más de 30 años y la fascinación por el asesino en serie Ted Bundy sigue viva. Su juicio, en 1979, fue el primero de esta naturaleza y escabrosidad televisado en Estados Unidos. De hecho, Amazon acaba de sacar un documental titulado TED BUNDY: ME ENAMORÉ DE UN ASESINO. En el su esposa, Kendall, y su hija Molly, cuentan como el monstruo las deslumbró y formó parte de sus vidas. De hecho fue elúnico padre que Molly conoció ya que no tiene recuerdos del biológico.
En octubre de 1969, Elizabeth Kendall tiene 24 años y acab de instalarse en Seattle procedente de Utah, donde había crecido en el seno de una familia morbona. Era una madre divorciada con una hija de tres años cuando conoció a Bundy en un bar. "Era muy guapo, muy divertido, muy despierto. El hombre perfecto", dice Elizabeth, sentada junto a Molly en un hotel de Seattle.
Las fotos de esa época muestran a una familia feliz pero el testimonio de Molly muestra parte del espíritu oscuro de ese hombre. Una vez se coló desnudo en su cama y eyaculó. También tenía la costumbre de agarrarla por la entrepierna tratando de colar los dedos por debajo de sus braguitas, "Nunca le conté a nadie las cosas raras que hacía Ted a veces", explica Molly. Lo hizo porque dedicaba a educar a su hijastra y a jugar con ella más tiempo que un padre corriente.
Bundy comenzó a cometer asesinatos a comienzos de los años 70. La primera víctima fue Karen Sparks, alumna de Ciencias Políticas de la Universidad. Bundy la atacó en enero de 1974. La chica sobrevivió, aunque con secuelas físicas. En el documental, Karen cuenta por primera vez lo sucedido: "Se coló en mi casa, agarró un listón transversal de mi cama y me fracturó el cráneo. Me lo metio en la vagina hasta llegar a la vejiga". Bundy solo se fue cuando la dio por muerta.
"Nosotras no sabíamos nada. Ted nos parecía una persona estupenda. Estaba siempre a nuestro lado, o eso creíamos", explica Molly. Aún ajena a la doble vida criminal de su marido, Elizabeth tenía que soportar los frecuentes y violentos cambios de humos de Ted. Desaparecía durante horas, y cuando Elizabeth le preguntaba dónde había estado, él la acusaba de acosarlo con sus preguntas, de negarle la intimidad. Un día robó un dinero personal de Elizabeth. "Como se lo cuentes a los vecinos te parto el puto cuello", gritó Ted. Probablemente habría cumplido su amenaza.
El 31 de mayo de 1974, Ted fue con Elizabeth, Molly y sus suegros a comer a un restaurante, los dejó en sus casas y dijo que llegaba con retraso a un compromiso. Kendall supo que Brenda Ball, vecina de un pueblo cercano, había desaparecido la madrugada del 1 de junio. Bundy mató de Janice Ott, de 23 años, y Denise Naglund, de19 años, en el Lago Summamish el 14 de julio de 1974. Sin embargo, ese día salió a comer unas hamburguesas con su mujer, y ella no notó nada raro.
Los testigos de rapto de Naslund y Ott hablaron de un hombre que llevaba un brazo enyesado. Elizabeth empezó a sospechar de su marido y llamó a la Policía para comunicarles sus sospechas, pero el sheriff del condado les dijo que no encajaba en el perfil. Kendall intentó pedir consejo a su padre pero este no quiso involucrarse. Elizabeth empezó a tener pesadillas y a beber de más.
En septiembre de 1974, Bundy dejó a Kendall en Seattle y se fue a estudiar Derecho en una Universidad de Salt Lake City. Kendall se enteró de que en Utah la Policía del Estado y el FBI estaban investigando la desaparición de varias mujeres. Nuevas llamadas de Elizabeth a la Policía y nuevas negativas a escucharla por parte de los agentes.
La Policía finalmente detiene a Ted Bundy en agosto de 1975, después de intentar esquivar a un agente de tráfico que le dio el alto en una zona residencial de madrugada. En el maletero de su coche encontraron máscaras, unas esposas, guantes y una palanqueta para forzar puertas.
Bundy se convirtió en el sospechoso principal de numerosas muertes de chicas en edad universitaria a medida que el FBI iba encontrando cuerpos. La Fiscalía lo dejó en libertad bajo fianza. ¿Qué es lo que hace el bueno de Ted? Se busca una coartada segura interpretando el papel de padre de familia en casa de Elizabeth, que la acogió porque se sentía confusa acerca de sus sentimientos hacia él.
Un forense demostró que las marcas de mordiscos en las nalgas de una de sus víctimas coincidían con la dentadura de Bundy, y eso lo llevó a la cárcel. Escapó de ella por culpa de la dieta vegetariana que se servía a los reos, que le hizo adelgazar hasta caber en un conducto de aire acondicionado que pasaba por el techo de su celda. Huyó a Florida, donde siguió matando mujeres, y novedad, una niña de 12 años, Kimberly Leach.
Molly se sintió afectada por esta muerte y el revuelo que se levantó con la tercera detención de su padrastro. Tanto Elizabeth como Molly tuvieron problemas con el alcohol y las drogas durante los años siguientes. "Dicen que es la culpa por haber sobrevivido al monstruo, pero no pueden culparnos de lo que no sabíamos o no podíamos controlar. Nuestras muertes no hubieran podido frenar toda aquella avalancha de muertes. Mi madre llamó a la Policía para informar de sus sospechas y ellos la despidieron con buenas palabras en lugar de hacer su trabajo. ¿Qué más se supone que deberíamos haber hecho?". se queja Molly.
Bundy fue detenido por tercera vez en 1979, encarcelado con la prueba del mordisco en las nalgas, y condenado a muerte.
A Molly le resultó de gran ayuda su relación epistolar con Vivian Winters, la madre de Susan Rancourt, una de las víctimas de su padrastro, asesinada a los18 años. Molly escribió que llevaba toda la vida sufriendo por las muertes violentas y absurdas provocadas por Ted y Winters la ayudó a dejar el alcohol y la apoyó psicológicamente. Molly lleva 13 años sin probar el alcohol.
Madre e hija están preocupadas por el sensacionalista de que ellas hablen en un documental a estas alturas, pero recuerdan la valentía de las mujeres que acusan a sus abusadores en el Movimiento Me Too. "Es un lugar común , pero mantener las cosas en secreto no es bueno", dice Elizabeth. "No soy partidaria de la pena de muerte pero mis peores pesadillas, aquellas que involucraban a Ted y a mi hija, de haber creido un poco más, has desaparecido cuando él fue ejecutado. Ahora el mundo es un poquito mejor",
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