Hachiko empieza a acompañar a su amo, un profesor de Agronomía a la estación de Shibuya y a recogerlo todos los días. La unión hombre- animal no pasa desapercibida para los empleados de la estación. Kasani Hisako, la hika del profesor Ueno se casa poco después y se va a vivir con la familia de su marido, pero el profesor Ueno decide conservar a Hachiko. Se ha encariñado con él.
En marzo de 1925 Hidesaburo Ueno sufre un derrame cerebral delante de sus alumnos. Hachiko empieza a quedarse en la estación a esperarle día y noche. Los empleados del ferrocarril lo alimentan y le proporcionan atenciones médicas, hasta su muerte de cáncer en 1936. Una autopsia hecha años después dictaminó que había muerto de cáncer y de filariosis ( infestación de gusanos en el corazón). Al principio se sospechó de una negligencia de las personas que debían cuidarlo con lo que le daban de comer, que le habría causado una inflamación en los intestinos.
Por desgracia para la leyenda de Hachiko, el perro fiel hasta la muerte, su historia fue utilizada por la camarilla militar ultranacionalista que rodeaba a Hirohito. Del mismo modo que Hachiko había sido fiel a su amo hasta la muerte esa era la lealtad que se esperaba del ciudadano japonés hacia el emperador.
Por su parte, los comerciantes próximos a la estación de Shibuya aprovecharon que Hachiko murió el año del perro del zodiaco japonés para vender toda clase de productos.
En España tenemos el caso del perro Canelo. Este acompañaba a su amo a las sesiones de diálisis y lo esperaba fuera del Hospital. El amo de Canelo fue ingresado y murió de complicaciones en 1990. Canelo esperó su vuelta en la puerta de Urgencias a pesar de los intentos de los familiares de su amo por llevárselo. Se lo llevaban a sus hogares pero siempre volvía a la puerta del Hospital. Allí murió atropellado por un desgraciado que se dio a la fuga unos años después.
Ya en el campo de la ficción tenemos al perro de Fry, el personaje de la serie de ciencia ficción de FUTURAMA. Fry vive en el año 3000, un milenio después de su nacimiento, por obra y gracia de la reanimación criogénica. Ante la posibilidad de clonar a su perro, Fry decide que pasaron 12 años entre su desaparición y el momento del fallecimiento del can. No lo recordará. Lo que no sabe es que el perro lo esperó a la puerta del establecimiento donde era repartidor en el siglo XX hasta su muerte.
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