martes, 22 de septiembre de 2020

Akelarre, de Pablo Agüero.

 

https://www.youtube.com/watch?v=o6Rmd3sLae4

 

La caza de brujas en el País Vasco y Navarra sólo había sido llevada al cine en una película anterior de Pedro Olea, inspirado en un caso de Navarra en 1595. Esta nos lleva a la gran debacle labortana propiciada por un magistrado civil llamado Pierres de Lancre en 1609. Aprovechando que los hombres habían salido a la temporada estacional de caza de la ballena en Terranova De Lancre mandó a la hoguera a 60 mujeres, niños e incluso sacerdotes.

De Lancre afirmaba que los demonios seguramente hablaban en vascuence, que las mujeres casadas labortanas llevaban cofias especiales en la cabeza, no para anunciar su condición marital, sino para ocultar las marcas producidas por Lucifer, entre otras cosas. No se molestó en comprender a los vascos de Iparralde. Todo lo vasco le producía rechazo.

Cuando los maridos, hijos y padres de las mujeres quemadas vivas volvieron de Terranova amenazaron con una rebelión, por lo que las autoridades apartaron del poder al polémico magistrado. Todo por conseguir que un fuego muy diferente al de las hogueras calcinase Iparralde. No obstante unos años después nos encontramos con De Lancre convertido en consejero de Enrique IV. Fue apartado pero no castigado.

La cinta nos cuenta la historia de Ana Ibarguren, una muchacha acusada de brujería. Ella y sus amigas están acusadas de haber ido al bosque a copular con el Demonio y bailar danzas obscenas. Lo de copular con demonios no es cierto pero sí lo de cantar canciones de amor y bailar. Así que Ana tratando de ganar tiempo se inculpa y juega con las ideas preconcebidas y el temor a las mujeres y su poder por parte del magistrado civil, que se apellida como De Lancre pero nada tiene que ver con él.

De hecho los akelarres eran fiestas donde los vascos celebraban la parte animal e instintivo del hombre, las fuerzas naturales, la vida, la que hacía fecundos los campos, al ganado y a las mujeres. Aker es un ser mitológico vasco representado por un macho cabrío, el no va más de la lascivia y la potencia sexual. Larre significa campo, lugar.

En 1609 los vascos no habían asumido por completo el catolicismo. Rezaban a Dios, veneraban la virgen, pero luego creían real una rica mitología llena de ninfas, dragones y duendes. Los señores feudales de la baja nobleza estaban perdiendo los derechos sobre estas personas y no lo podían aceptar. Y los magistrados urbanos creían que el País Vasco mas que un destino prometedor era un castigo, y por lo tanto, querían hacer méritos ante sus superiores mediante la caza de brujas.

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