Tengo en casa algunos números atrasados de MUY HISTORIA en los que aparecen viñetas cómicas del dibujante Romeu. En una de ellas la criada del bacteriólogo Alexander Fleming le dice: "O pone mañana mismo orden en su laboratorio o le tiro sus cultivos mohosos y me despido". Otro sobretexto dice: "Al día siguiente Fleming descubrirá la penicilina". Y salvo el tema del ultimatum de la doméstica las cosas sucedieron de un modo parecido.
El doctor Fleming era un hombre desordenado con su equipo de laboratorio. En 1928 estaba estudiando unas bacterias infecciosas, los estafilococos aúreus. En el laboratorio de al lado La Touche, un biólogo estaba estudiando los mohos, entre otras cosas. Así que un día que se puso a ordenar el laboratorio propio, Fleming descubrió que el moho Penicilinium había contaminado una de sus placas de Petri y todos sus estafilococos estaban muertos o debilitados. El bacteriólogo no desechó la placa y se puso a estudiar lo que estaba sucediendo en ella y es así como descubrió las propiedades antibacteriana de la penicilina.
Fleming estudió las propiedades antibacterianas del moho Penicilium con una amplia variedad de bacterias y descubrió que mataba o debilitaba a la mayoría. Acababa de descubrir la medicina milagrosa que salvaría vidas de soldados aliados en los hospitales de campaña de la Segunda Guerra Mundial, tan valiosa que se espacularía con este primer antibiótico durante la posguerra europea (Visionese EL TERCER HOMBRE).
En 1938 Fleming recibió el Nobel de Medicina junto a los doctores Howard Florey y Ernst Chain, aunque Fleming diría que el premio era inmerecido en su caso.
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