HIT. Israel y la manía persecutoria.

 Uno de los problemas de Israel es que siempre ha vivido en un ambiente rodeado de adultos que, no obstante, no parecen haberle prestado la atención que precisaba de niño. Adicto a las drogas, tomadas por primera vez por error en una fiesta de adultos. Con dos madres pero sin ningún niño con que jugar. Adereza su esquizofrenia con teorías de la conspiración sacadas de Internet. Víctima de bullyng. Es demasiado para él, es demasiado para sus madres.

Las personas con manía persecutoria buscan patrones para explicar la complejidad de la vida. No sufren porque tienen una enfermedad mental y los primeros días con esta, aprendiendo a dominarla, son duros. No. Sufren porque hay unos "señores malos" moviendo los hilos en las sombras, ofreciendo los patrones y las líneas claras y maniqueas que la vida no ofrece.

Otra cosa que me sorprende del Centro Aasha es que un tipo se dedique a mandar mensajes a los educadores y psicólogos y nadie lo note, que un paciente tenga un lugar para obsesionarse con teorías de la conspiración y acceso a un cutter y nadie lo vea venir. Que son pacientes primerizos, oigan. ¿Nadie ve venir estas cosas?¿No se mezclan con los pacientes para saber un poquito acerca de quienes son?

Hugo Ibarra, el protagonista, tiene la suerte de pasar el suficiente tiempo con Israel para poder prevenir sus planes: agredir al fundados de la Fundación Aasha durante un acto protocolario con los demás pacientes.