LIBELO DE SANGRE es una novela histórica que nos leva al Madrid de los Austrias, hasta una época en que los mentideros eran un hervidero de rumores, no todos ciertos, acerca de lo que sucedía en la Corte. Con un lenguaje escrupulosamente adaptado basado en los textos de los dramaturgos del Siglo de Oro, nos muestra los entresijos de los procesos inquisitoriales, en los que bastaba todo el ingenio del abogado defensor para salvar a un reo de la hoguera.
Sandra Aza es abogada de pleitos y siempre estuvo fascinada por lo que le contaron acerca del temible Consejo de la Suprema, y quiso saber más acerca de aquellos sacerdotes. Descubrió que los procesos inquisitoriales no eran la orgía de torturas y cremaciones que el ideario popular, alimentado por la leyenda negra nos ha mostrado y quiso contarlo de una manera amena, en medio de una novela.
La acción está situada en la Villa y Corte de Madrid, durante el año 1621. Era una capital oscura, de ambientes sórdidos, donde los matasietes de la Garduña acechaban a los paseantes que se aventuraban por la noche. Pero también era un lugar brillante. Lope de Vega estrena sus obras en el Corral de Comedias, Cervantes ha muerto hace cinco años. En los mentideros de Madrid, como el de las Gradas de San Felipe te encontrabas con Quevedo, Góngora o el marqués de Villamediana y estos te contaban la última historia acerca de las amantes del rey Felipe IV.
Sandra Aza ha reconstruído la forma de hablar coloquialmente de la época, de tal modo que ha recordado que no puede decir que el villano de la novela era un sádico- a pesar de que lo es- porque es una palabra instaurada en la lengua española a principios del siglo XIX cuando las novelas del marqués de Sade llegaron a publicarse en España. Incluso se ha sorprendido a sí misma usando el "Vuesa Merced" mientras hablaba con sus conocidos... !en pleno siglo XXI!
Para reconstruir el hablar de las clases populares de aquel Madrid de oro y barro se empapó de teatro del siglo de Oro, especialmente de Lope de Vega, porque no había nadie mejor que los que reflejaron aquel mundo en sus obras mientras lo vivían como guías de aquel mundo.
Los mentideros eran les redes sociales del siglo XVII, de tal manera que un rumor maliciosos te podía hacer caer en desgracia ante la sociedad de la época. En Madrid estaban el de las Gradas de San Felipe, el de las Losas de Palacio y el de los Representantes, donde se hablaba del mundo de los actores y de los dramaturgos. Un inquisidor de LIBELO DE SANGRE llega a decir acerca de la veracidad de estos rumores: "Si tuvieramos que juzgar todas las tonterías que dicen en los mentideros de la villa, tendríamos que ajusticiar a medio Madrid".
Sandra Aza dice que siempre se ha representado a la Inquisición, que es la voz de la razón en esta historia, que la Inquisición quemaba herejes y brujas a destajo, cuando lo que hacía era mediar entre las partes. ¿Se ejecutó gente? Sí; las suficientes. ¿Tantas cómo nos han contado? Para nada. En los juicios de Zugarramurdi de 1610, el inquisidor Salazar y Frías impidió que muchas de las acusadas (un total de 29 mujeres) fuesen quemadas en Logroño, enfrentándose a otros inquisidores. Llegó a decir: "No hubo brujas en Navarra hasta que empezó a hablarse de ellas". Fue tan convincente en sus argumentos que no hubo más procesos de brujas en España, mientras que el resto se Europa intentaba mantener sus instituciones feudales quemando miles de mujeres. En España solo se ajustició a 59 presuntas brujas.
En la novela también aparecen instituciones como la Sala de Alcaldes de Casa y Corte y el Consejo, que gobiernan Madrid en nombre del rey y del pueblo, y en los que vemos que la corrupción y el nepotismo no son invento del siglo XXI. Señal de que somos lo que somos porque fuimos lo que fuimos.
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