Esta es una muestra de cómo aportaciones relativamente recientes pueden influir en el folklore sin pretenderlo. El doctor Seuss era un escritor de libros ilustrados infantiles de mediados del siglo XX. Un día inventó la historia de los Quien, un pueblecito entrañable de personas que viven dentro de un copo de nieve y celebran la Navidad.
Lo más interesante de todo este asunto en que los Quien ya aparecían en un cuento en que el elefante Horton tenía que protegerles del exterior, solo que en este caso vivían en una mota de polvo.
El caso es que en la película de 2000 los Quien celebran una Navidad muy consumista con regalos por doquier, árboles de Navidad gigantes y decoraciones navideñas extravagantes. Esto molesta especialmente al único ser que ha sido marginado de esta felicidad: el Grinch.
Cuando nos pasaron la cinta por el centro donde voy se nos recalcó que el Grinch era malo porque le habían marginado y acosado desde pequeño. Una niña intenta que se le invite a las celebraciones navideñas pero el resultado es que el alcalde de Villaquien convence a los vecinos de que una Navidad como Dios manda es una Navidad con demasiados regalos y sin el Grinch.
Así que este personaje, mitad mono, mitad oso verde, decide ir casa por casa del pueblecito con una chaqueta de Santa Claus y llevarse todos los regalos para dejarlos en el lugar donde acabarán cuando pasen las Navidades y los Quien se cansen de ellos: en un vertedero cerca de su cueva.
¿Cuál será la sorpresa del Grinch cuando los vecinos de la aldea aceptan la trastada de éste como una lección muy necesaria y se dispones a celebrar la Navidad con lo justo e imprescindible?
En la actualidad en España hay decoraciones de aldeas navideñas que además de Santa Claus también incluyen a este personaje norteamericano. Niños que no conocen el cuento del doctor Seuss saben quién es el Grinch y le quieren como es. Ni más o menos.
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