Supongamos que vamos por la calle. Un tipo, que no te conoce de nada, ni por tanto tiene cuentas pendientes contigo, comenta que eres un estúpido. Pero trata de expresar más acerca de cómo se siente respecto a ti que lo que eres realmente tú.
Durante nuestra educación - o adiestramiento para vivir y responder ante las exigencias sociales- hemos aprendido a tomarnos las cosas de una manera personal. !Yo, yo y siempre yo! Cómo si pudieras salvar el mundo precisamente tú. Cuando alguien opinas que eres un gilipollas o lanza un insulto o una descalificación de similar calibre, habla de él - al fin y al cabo es lo único de lo que tiene alguna certeza- mas que de ti. Su punto de vista depende de la programación que ha recibido durante su adiestramiento como ser social.
Si alguien opina que estás muy gordo, no te lo puedes tomar personalmente, porque esa persona posiblemente está disgustada con algo que no tiene nada que ver contigo, como los horarios de los autobuses, e intenta inocularte su veneno, compartir contigo ese malestar. Si aceptas que estás gordo estás aceptando su veneno y haciéndolo tuyo.
Los depredadores se alegran de que seas una víctima fácil cuando te tragas sin rechistar toda su basura psicológica y la conviertes en tu veneno. Si no te tomas personalmente nada, entonces ya no tendrán ningún poder sobre ti, aunque lo dos os encontréis en el mismísimo infierno.
Titín, el kiosquero, y yo.
Cuando pegaba carteles molestaba a mucha gente en sus negocios. Aunque lo peor que podía pasar era que se negasen a que embadurnase los cristales de sus establecimientos con pegotes de celo, lo vivía como algo personal. Y llegué a cogerles miedo.
Aún hoy mi relación con un vendedor de prensa, al que llamaremos Titín, es difícil. No le gusta el contacto con el público, sobre todo si, como yo, si viene solo a sociabilizar. Pero esto habla más de los sinsabores e incertidumbres de ser un trabajador autónomo, y de cómo me ve a mí, un tipo que tenía un trabajo todavía mas precario, de lo que soy realmente yo, al que solo conoce muy fragmentariamente.
Los dueños de los locales donde pegaba los carteles solo me conocían de esa faceta, y el poco tiempo que pasaban conmigo no permitía otro tupo de relación. Iba y los molestaba, aunque fuese para sobrevivir yo un día más.
Cómo aplicar el Tercer Acuerdo Tolteca.
-El ser humano es el ser más frágil de la Creación. En ocasiones nos halagarán, nos querrán, pero en otras no les caeremos bien o nos excluirán. En todas estas ocasiones debemos creer - y esto es una especie de fe religiosa- en nosotros mismos, aunque otras personas no lo hagan.
Y para poder creer en nosotros mismos, debemos practicar el autoconocimientos: saber quiénes somos y lo que podemos aportar, aunque no nos dejen hacerlo.
-Fortalece tu autoestima.
Haz una lista de tus fortalezas y cualidades, reconoce cada logro por pequeño que sea y sé más compasivo contigo mismo. Todos estamos en este mundo por algún motivo, por modesto que sea.
-Practica la empatía:
El drama del ser humano es que se pasa consigo mismo las 24 horas del día. Lo sabe todo - o pretende hacerlo- de sí mismo, pero conoce una pequeña parte de lo que significa ser otra persona, porque hay puntos muertos a los que no tendrá acceso. Y esto va en las dos direcciones.
Si alguien te insulta o hace crítica destructiva no es un ataque contra nosotros. Tal vez intentando, con la información que tenemos, saber por qué una persona reacciona así frente a nosotros, podremos entender cómo se sienten en esa coyuntura.
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