Dos niños británicos están jugando al balón cerca de un acantilado de la Bahía de Herne cuando lo ven: un bombardero Avro Lancaster vuela inusualmente a baja altura. Lanza una bomba contra el agua que rebota tres veces contra la superficie antes de hundirse en un ángulo poco habitual por cerrado y explota. Lo que acaban de ver es la respuesta del ingeniero Barnes Willis a las medidas de seguridad que protegen las centrales hidroeléctricas de la cuenca del Ruhr.
Estas tres presas (Möhne. Eder y Sorpe) proporcionan la mayor parte de la energía hudroeléctrica que requiere la industria armamentística alemana pero están rigurosamente vigilados por globos prisioneros en el aire y por redes anti torpedos bajo el agua. Las bombas de Willis están diseñadas para rebotar por encima de las redes y hundirse suguiendo la curvatura de la barrera de hormigón de las presas para perforarlas.
El Mariscal Harris, responsable de las misiones de bombardeo sobre Berlín prepara la Opedraci´ñon Chastise. El 16 de mayo de 1943 19 aviones al mando de as del combate aéreo Guy Gibson - 24 años y 172 victorias- parte en tres oleadas siguiendo tres rutas diferentes sobre el Mar del Norte con instrucciones expresas de volar muy bajo para evitar los radares alemanes.
Solo se consiguió perforar la presa de Möhne. De los 133 pilotos y tiradores de torretas que partieron solo regresaron 77. El muerto más joven fue Jack Lidell, un novato de 18 años. Unos 1400 civiles alemanes murieron durante la rotura de la presa y las riadas posteriores. A los ingenieros militares alemanes les costó año y medio volver a convertir las ruinas de la presa de Möhne en una presa operativa de nuevo, y para entonces las preocupaciones eran muy diferentes.
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