jueves, 13 de febrero de 2025

Raoul Wallemberg, Justo entre las Naciones, aterra a Eichmann.

 

[En una elegante sala de una legación diplomática, con vistas a Budapest. La artillería soviética se escucha de fondo, retumbando levemente. La mesa está adornada con un festín de comida y copas de vino. Raoul Wallenberg, un hombre elegante y calmado, está sentado frente a Adolf Eichmann, un hombre de rostro tenso y mirada calculadora. Ambos se encuentran en pleno banquete. Wallenberg, con una copa en la mano, sonríe de manera cortés. Eichmann, visiblemente incómodo, se nota cada vez más nervioso.]

WALLENBERG:
(sonríe, alzando la copa)
"Debe ser una velada agradable, ¿no es cierto, Herr Eichmann? No todos los días uno tiene la oportunidad de disfrutar de un buen vino... especialmente en tiempos como estos."

EICHMANN:
(fingiendo una sonrisa, pero su mirada está nerviosa)
"Sí... claro... un buen vino... ciertamente. Pero... el sonido de los cañones... eso sí que está... ¿a qué hora creen que estarán los soviéticos aquí?"

WALLENBERG:
(de forma relajada, mirando la ventana por un momento)
"¿Preocupado, Herr Eichmann? Yo diría que son solo ecos. Unos ecos lejanos. Además, ¿quién sabe qué depara el futuro? A veces, los ruidos son más aterradores de lo que realmente son."

EICHMANN:
(su tono se vuelve más tenso, frunciendo el ceño)
"Lo que depara el futuro... ¿hablamos del futuro, Sr. Wallenberg? ¿O de lo que está por suceder aquí, en Budapest? La 'limpieza' debe continuar. No puedo simplemente quedarme a escuchar... esa música sin hacer nada."

WALLENBERG:
(con calma, tomando un sorbo de vino)
"Ah, pero ¿no es eso precisamente lo que está sucediendo? Hacer nada... ¿no es eso lo que uno hace cuando se encuentra atrapado entre la diplomacia y la muerte, Herr Eichmann? Aquí estamos, los dos, disfrutando de un banquete. El futuro es algo incierto. Pero una buena cena puede ofrecer consuelo."

EICHMANN:
(con una risa nerviosa, se acomoda en su asiento, mirando la copa)
"Sí, claro... consuelo... pero hay algo más que una cena, ¿no es cierto? Temo que las órdenes de... arriba sean claras. No puedo retrasar lo inevitable."

WALLENBERG:
(sonríe suavemente, sus ojos fijándose en Eichmann)
"Las órdenes son... relativas, Herr Eichmann. Yo diría que no se puede obligar a un hombre a hacer lo que no quiere hacer, no cuando el precio es tan alto. Las órdenes no significan nada cuando el abismo se cierne sobre uno."

EICHMANN:
(de pronto se levanta bruscamente, mirando hacia la puerta)
"El abismo... el abismo está allá afuera, en el frente, en las ciudades, en cada uno de mis pasos. Debo... debo regresar. No puedo quedarme aquí escuchando... esto."

WALLENBERG:
(se levanta lentamente, sus ojos fijándose en Eichmann, más intensos ahora)
"¿De verdad crees que la misión es más importante que tu propia vida, Herr Eichmann? ¿Es ese el peso que decides cargar?"

EICHMANN:
(nervioso, mirando el reloj)
"Debo irme. Tengo que irme. Tengo responsabilidades. El Führer... la misión... es todo lo que... lo que importa."

WALLENBERG:
(sonríe con ironía, mientras Eichmann se acerca a la puerta)
"Sí, el Führer... el mismo Führer que, probablemente, te sacrificará si no cumples tu misión. Qué irónico, ¿no? Que incluso el que más obedece es el primero en ser abandonado."

EICHMANN:
(dando un paso atrás, mientras se dirige hacia la puerta)
"¡Basta! Esto es absurdo. Este... este juego... me voy ahora. No quiero seguir... perdiendo el tiempo aquí."

WALLENBERG:
(se queda en el centro de la sala, observando a Eichmann alejarse)
"Claro, Herr Eichmann. Vaya entonces. No todo el mundo puede jugar a un juego en el que las reglas no son claras. Espero que su viaje de regreso sea... iluminado."

[Eichmann sale rápidamente, cerrando la puerta tras de sí. Wallenberg permanece en su lugar, con una expresión seria. El sonido de los cañonazos se vuelve más fuerte, y la vela de la mesa titila.]

WALLENBERG:
(murmurando para sí mismo, mientras toma otra copa de vino)
"Al final, todos los monstruos se esconden en su propio miedo."


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