jueves, 13 de febrero de 2025

Juego de sombras.

 


Título: "El Juego de Sombras"

Escena 1: El despacho del comandante Häss

El comandante Häss está sentado detrás de su escritorio, con un rostro severo y cansado. Su uniforme militar, impecable, contrasta con el desorden que parece haberse apoderado de su mente. La puerta se abre con un crujido y entra Kurt, un oficial subalterno de cara juvenil pero con la mirada endurecida por el tiempo que lleva en Auschwitz.

Häss: (mirando hacia arriba con frialdad) Kurt, ven aquí, siéntate. Necesito hablar contigo.

Kurt: (vacilante, mientras se acerca) Comandante, ¿ha sucedido algo?

Häss: (sin rodeos) He recibido un informe. Me dicen que has proporcionado ropas de prisioneros... a tus hijos. Para jugar.

Kurt: (sorprendido) ¡Comandante, yo...!

Häss: (interrumpiéndolo, su voz más firme) No hay nada que decir. ¿Sabes lo que esto significa? Es una imprudencia, Kurt. No solo por lo que podrían pensar los demás si se enteran, sino por lo que puede suceder.

Kurt parece querer defenderse, pero las palabras no le salen. Se queda callado, mirándolo.

Häss: (se levanta, caminando por la habitación, su tono se vuelve más grave) ¿Sabes qué clase de campo es este, Kurt? ¿Sabes qué significan esas ropas? ¿Por qué las tenemos aquí, bajo nuestra supervisión?

Kurt: (titubeando) Claro... yo... no pensé que fuera... tan grave.

Häss: (con voz baja, pero cargada de tensión) Es grave. El campo no es un lugar para juegos. Si los guardias de las torretas ven a tus hijos vestidos con esos trajes... no los reconocerán. No sabrán quiénes son. Pueden pensar que son prisioneros que intentan escapar. Piensa en las consecuencias, Kurt. Piensa en las consecuencias para ti, para tu familia, para todos.

Un silencio pesado llena la habitación. Kurt se siente pequeño ante la magnitud de la acusación. El comandante se detiene frente a la ventana, mirando hacia el horizonte, como si viera más allá del muro del campo, como si estuviera observando el peligro que acecha.

Häss: (murmurando, pero con una tensión palpable) La seguridad del campo depende de nuestra disciplina. No podemos permitir que algo tan absurdo como un juego infantil ponga en riesgo todo lo que estamos construyendo aquí.

Kurt finalmente habla, con la voz quebrada por la preocupación.

Kurt: (con arrepentimiento) Comandante... yo... no quería causar problemas. Solo pensé que mis hijos... mis hijos... no tenían nada de lo que se divierten los demás niños.

Häss: (con un suspiro, volviendo a mirarlo con dureza) Ellos no pueden ser "como los demás niños", Kurt. Están en Auschwitz. Este no es un lugar para ellos ni para nadie. No podemos permitirnos distracciones, no podemos permitir que nos olvidemos de lo que está en juego.

Kurt baja la mirada, reconociendo el error en su juicio. Sabe que ha cruzado una línea, aunque su intención fuera buena.

Häss: (con voz grave) Ve a casa. Habla con tu esposa, habla con tus hijos. Y asegúrate de que esto no vuelva a suceder. Si los guardias ven a tus hijos de nuevo con esas ropas, no habrá segundas oportunidades, Kurt.

Kurt: (con la voz temblorosa) Sí, comandante. Lo haré. No se repetirá.

Kurt sale rápidamente de la habitación, dejando a Häss solo en su despacho. El comandante se queda mirando la puerta cerrada, pensativo, como si estuviera ponderando el precio de cada acción tomada en Auschwitz. Una sombra recorre su rostro mientras se sienta nuevamente, un hombre marcado por la carga que lleva sobre sus hombros.

Escena 2: El hogar de Kurt

Kurt llega a casa, el peso de la reprimenda aún le aplasta el pecho. En la sala, su esposa Hedwig juega con los niños, ajena a lo que acaba de ocurrir. El ambiente hogareño, que debería ser de calidez, se ve empañado por el temor y la culpa de Kurt.

Hedwig: (sonriendo) ¿Qué tal el día, querido? Los niños han estado jugando tan felices con sus ropas. ¿Les dije que se parecen a los prisioneros?

Kurt: (con un suspiro profundo) Hedwig... tenemos que hablar.

El niño, vestido con la ropa de prisionero, se acerca a su madre, sonriendo mientras da vueltas, sin entender lo que ha sucedido en la oficina de su padre. Hedwig mira a Kurt, notando su expresión seria.

Hedwig: (con incertidumbre) ¿Qué pasa, Kurt?

Kurt, con un dolor en el rostro, se agacha frente a sus hijos, mirando sus ojos inocentes.

Kurt: (con voz temblorosa) Es peligroso, Hedwig. Debemos dejar que jueguen con otras cosas. Esos trajes... pueden poner en riesgo nuestras vidas.

Hedwig: (sorprendida) ¿Cómo? ¿Por qué?

Kurt: (con voz quebrada) El comandante... me lo dijo. Si los guardias los ven vestidos así, pueden pensar que son prisioneros. Pueden disparar. ¡No podemos permitirlo!

El silencio cae sobre la sala. Hedwig observa la angustia en los ojos de Kurt, entendiendo que este no es solo un juego inocente, sino una cuestión de supervivencia.

Hedwig: (con una mirada de tristeza) Lo entiendo. No sabíamos lo que estábamos haciendo.

Kurt abraza a su familia, una sensación de culpa y temor llenando el aire, mientras afuera, la fría oscuridad del campo se cierne, recordándoles la realidad que enfrentan.

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