viernes, 24 de abril de 2009

El camino del samurai


Mi primer duelo lo libré con 13 años; derroté a un estratega de la escuela Shinto, llamado Arima Kihei. Con 21 fui a la capital y tuve encuentros con diversos guerreros, saliendo victorioso de todos.




El que habla así es Miyamoto Mushashi. En 1605 viaja a Kyoto para vengar una afrenta sufrida por su padre por parte de la familia Yoshioka. Mushashi se enfrenta al hermano mayor del clan, un tal Seijiro. Éste va armado con una espada de acero templado y una armadura con casco. Mushashi sólo lleva una vara de madera. De un solo golpe derriba a Seijiro y lo apalea brutalmente. Terminado el duelo, recorre Japón sin rumbo, buscando la iluminación a través del camino de la espada.




Cuando has comprendido el camino de la estrategia, no hay nada que no seas capaz de hacer o de comprender.
Mushashi.




Hacia 850 los samurais son jinetes expertos en el manejo del arco y de la espada que reciben tierras de la nobleza terrateniente rural a cambio de su servicio militar. El emperador es muy debil, por lo que para el siglo XII el poder lo ostenta una especie de dictador militar, el shogun.
La vida de los samurais estaba dedicada al culto de sus antepasados. Cuentan las crónicas - no se sabe si es cierto o no- que uno de ellos entró en un castillo en llamas para rescatar el árbol genealógico de su familia. Como no pudo escapar, se abrió el vientre y lo introdujo allí, para resguardarlo de las llamas.
Las enseñanzas zen, procedentes de China, indicaban al samurai que debía emplear algún tiempo en imaginarse muerto. De todas las maneras imaginables. El bushido - la vía del samurai- indicaba que la austeridad, la aceptación de la muerte como algo natural y considerar que la espada era el alma del samurai eran el único camino para esta casta guerrera.




La perfección es una montaña inalcanzable que debe ser escalada a diario.




Durante la edad media los clanes Taira y Minamoto se enfrentan en las guerras Gempei (1179- 1185). Los Taira son derrotados por Yorimoto, que se convertiría en el primer shogun de Japón. Durante el siglo XIII el shogun ordena la muerte de los emisarios de Kublai Khan (1273) lo que provoca un ataque de los coreanos, aliados de la dinastia mongola, contra la isla de Kyushu, al sur de Japón. La flota coreana es dispersada por un tifón tras la batalla de Hakata.
Muchos de los samurais que intervinieron en la campaña pidieron tierras pero no pudieron ser complacidos por el shogun, por lo que buscaron nuevos amos. Eran los ronin, los hombres de las olas.
En 1575, el samurai Oda Nobunaga se convierte en el shogun. Es una época difícil, porque hay una gran inestabilidad política. Los ashigarus - soldados de infantería- vagan por Japón llevando al hombro arcabuces. Demonios de ojos redondos y piel blanca, los portugueses, han introducido estas armas y una nueva religión, el cristianismo. Cosas pasajeras. Las modas pasan.
Nobunaga es traicionado por uno de sus samurais y obligado al suicidio ritual. Le sucede Toyotomi Hideyoshi. Este hace un esfuerzo para poner un poco de orden en el archipiélago nipón. Lo primero que se la ocurre es promulgar la Caza de la Espada, que consiste en prohibir los arcabuces, y negar la posibilidad de usar una espada a los que no sean samurais. Se convierten en los únicos que pueden portar dos espadas y decir en público su apellido. Lo que en la sociedad japonesa del siglo XVI no es poco.
Mushashi lucha en 1600 en la batalla de Sekigahara contra los hombres de otro aspirante a shogun, Tokugawa Ieyasu. Está en el bando perdedor y tiene que huir. Para reclamar mayores honores los samurais decapitaban a los enemigos que habían derrotado. Los hombres que hacían eso también eran protectores de las artes, o se entretenían con arreglos florales o con la ceremonia del té (chanoyu).
Ieyasu termina de unificar Japón. Obliga a los señores feudales (daymios) a residir un año en sus tierras y otro año en la capital, Edo. Clasifica a los samurais por su rango. En primer lugar, los jefes de un clan, con tierras propias. En segundo lugar, los samurais que tratan diariamente con el shogun. Y finalmente los que ejercen funciones militares, o los ronin, que ni sirven a un señor ni tienen tierras propias.
Los siguientes son los campesinos, que no pueden abandonar sus tierras Y, por últimos, los comerciantes de las ciudades.
Como ya no había guerras en las que luchar, los samurais perdieron su razón de ser. Muchos se conviertieron en funcionarios. Muchos se dedicaban al juego o a frecuentar a las maiko, las jóvenes aprendices de gheisa (dama de compañía, experta en juegos, danza e instrumentos musicales).
En 1716 Yamamoto Tsuneitomo publica el Hagakure, que junto con el Libro de Cinco Anillas, de Mushashi, es un compendio de lo que se esperaba de los samurais. Tsuneitomo recomendaba maquillarse y pintarse los labios para tener buen aspecto durante el sacrificio ritual.
También es por esta época que 47 ronin vengan la humillación sufrida por su señor haciéndose pasar por sujetos degradados hasta acabar con el responsable. Pero no es lo corriente.
1853. El comodoro Mathew Perry atraca en la bahía de Tokyo con cuatro barcos de guerra y se compromete a no irse hasta que le entreguen al shogun una carta en que pide que se abra Japón a los mercados occidentales. En 1865, el último shogun es derrocado por guerreros de los clanes Satsuma y Choshu. En 1868, el emperador Meiji se hace con las riendas políticas del país.
Las reacciones de los últimos samurais son variadas. Algunos como Shibusawa Eicchii colaboran entregando sus tierras y fundando el Banco Nacional (1882). Otros, como Saigo Takamori, organizan revueltas. Pero las espadas y armaduras compuestas ya no pueden hacer nada contra los cañones, las ametralladoras y los fusiles Enfield del nuevo ejército regular de Japón.

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