martes, 26 de enero de 2010

Pat Robertson y sus mentiras sobre la religión vudú.

Pat Robertson es un telepredicador estadounidense que trató de conseguir el puesto codiciado de inquilino de la Casa Blanca. Se supone que los pastores evangelistas deben animar a su rebaño a ser lo más manso posible. Éste, no.
Entre el cúmulo de problemas que le ha buscado al Gobierno de su país - el muy elemento dijo que sería santo que los marines ocuparan Venezuela y le hicieran una serie de cosas muy desagradables a Chávez- está la de ocasionar perjuicios a un país pobre que ha visto sus infraestructuras desmoronarse a causa de un terremoto. Nos referimos a Haití.
Roberton dice que los esclavos haitianos hicieron un pacto con el demonio a finales del siglo XVIII para liberarse del yugo de los plantadores de café y azúcar franceses, y que, por lo tanto, el terremoto no ha sido causado porque las placas tectónicas del Caribe y de Norteamérica se estén separando. No. El terremoto es un castigo de un Dios colérico y discriminatorio que actúa como el telepredicador evangelista quiere. Es cierto que la guerra de la independencia de Haití se inició con una ceremonia vudú en 1791, pero esta religión no tiene nada que ver con la magia negra.
El creyente vudú cree en una mezcla sincrética de religiones de África Occidental, de creencias de los indios del Caribe, y de cristianismo católico. Durante sus ceremonias se entra en trance, porque el poseido se convierte por un rato en la deidad a la que adora y rinde homenaje. Durante sus ritos, el poseído se corta con cuchillas y coge brasas encendidas con las manos desnudas. Pero no es el creyente el que las coge, sino el principio de divinidad, que es uno y múltiple, y se manifiesta durante el culto a los espíritus o orishas.
En la década de 1920, los marines, casi todos ellos procedentes de los Estados del Sur, ocuparon Haití. Algunos de ellos presenciaron estos ritos, sin comprenderlos y, a la vuelta a los Estados Unidos, los exageraron. Contaron historias de muñecos con alfileres clavados y de zombies - que nunca han existido como tales-. Estas creencias tan morbosas fueron explotadas en la década de 1970, por directores de cine de terror como César Romero.
Además, los brujos profesionales dicen que la magia negra no existe. Todo depende de lo que se quiera conseguir a través de ella.

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