miércoles, 13 de octubre de 2010

Consideraciones sobre las excavaciones de Pompeya.


Pompeya era una ciudad romana en medio de remodelaciones urbanísticas. Los albañiles y los yeseros no paran de trabajar en la reparación del Templo de Venus o el Capitolio. El candidato patricio Julio Polibio ha ordenado a sus esclavos amontonar la vajilla junto a la estatua de Apolo para que los albañiles puedan trabajar a sus anchas en su domus. No sabe que nunca verá la ñapa terminada. A la hora del almuerzo el Vesubio empieza a escupir gases tóxicos y la tierra tiembla.

La hija de Julio Polibio está en avanzado estado de gestación, por lo que la familia ni siquiera se plantea abandonar Pompeya. Hacen sacrificios de fruta a los dioses penates y rezan a los dioses. En vano. Los flujos piroclásticos darán muerte a amos y esclavos. Todos los miembros de la casa de Julio Polibio.

Había habido un seismo anterior, en 62 después de C, o al año siguiente, jamás lo sabremos con certeza. Los ediles urbanos estaban construyendo en 79 nuevos edificios como el Templo de los Lares Públicos o las nuevas termas. No se sabe la razón de la lentitud del avance de las obras pero se sospecha que varios temblores de tierra desbarataron parte del trabajo, para desesperación de los arquitectos y de las autoridades.

Volvamos a la familia Polibio. Son 13 miembros en total. El Laboratorio de Investigaciones Aplicadas ha usado el ADN de 12 de ellos y ha verificado el parentesco entre 6. El 13º es un feto, el nieto de Julio Polibio. Dos de ellos tenían espina bífida. Y se han detectado polimorfismos en el gen de la espina bífida.

Giuseppe Mastrlorenzo y Lucía Pappalardo, del Observatorio del Vesubio, y los biólogos Pierpaolo Petrone y Fabio Guarino, de la Universidad Federico II de Nápoles, nos aseguran que los muertos de Pompeya pasaron a mejor vida de forma fulminante, sometidos a temperaturas de 300 y 600 º C, según nos explica Mastrolorenzo. La teoría anterior es que habían tenido una dolorosa y larga agonía tras respirar los asfixiantes flujos piroclásticos.

Primo Levi, escritor italiano y superviviente del Holocausto, dedicó un poema a una muchacha cuyo molde se muestra en el museo asociado al yacimiento.

"Como la angustia ajena es también la nuestra
otra vez revivimos la tuya, muchacha delgada. (...) has pasado siglos, las cenizas se han petrificado
aprisionando esos delicados miembros para siempre. Así has permanecido con nosotros, como un molde de yeso retorcido
una agonía sin término, testigo terrible

de lo mucho que muestra estirpe importa a los dioses.

Muchacha de Pompeya.

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