miércoles, 20 de abril de 2011

Sucios chantajistas.



El 2 de agosto de 2007 sonó el teléfono en las oficinas de relaciones públicas de la Casa Real Británica. El comunicante contó que un ayuda de cámara había recibido un sobre con cocaína con el membrete de la Corona Británica y dejó un número de teléfono para que se pusiera en contacto con él el supuesto miembro de la realeza que había hecho el envío. El mismo tipo reveló además que tenía un vídeo de ese asistente practicando una felación al supuesto integrante de la familia real inglesa y exigió 50.000 libras por no difundir las imágenes.




La amenaza asustó a Buckhingham Palace, y Scotland Yard tomó cartas en el asunto. Los chantajistas accedieron a mostrar el vídeo dentro de un lujoso apartamento de Mayfair, pero no acudió un ayudante real sino un policía de paisano. Se detuvo a dos personas. La prensa amarilla inglesa trató de averiguar quién era ese supuesto personaje de sangre azul tan perverso pero no encontró nada.




Claro que no es la primera vez que la familia real británica hace frente a un chantaje con tintes sexuales. Eduardo VII fue chantajeado por una prostituta en 1891 y tuvo que pedirle ayuda a su abogado. En una carta de agradecimiento decía:








"Estoy muy complacido que haya podido llegar a un acuerdo con Miss Richardson, aunque 200 libras - unos 14.000 euros actuales- es un precio bastante caro por las cartas que envié."








Ese mismo año, 1891, en la Alemania del Kaiser Guillermo, alguien organizó una orgía en el pabellón de caza real de Grunewald, en la que participaron 15 miembros de la corte. Victoria Carlota, la hermana del emperador, hizo unas fotografías impúdicasde los protagonistas de la velada. Luego se dedicó a chantajear a un príncipe gay - la homosexualidad en la Alemania de la Belle Epoque era un delito- y a varias damas de la aristocracia demasiado casquivanas.




En 1909 estalla el escándalo Harden Eulemburg. Todo comienza con el óbito del secretario del Ejército, vestidito con un traje femenino de ballet mientras bailaba para el emperador. Los chantajistas son el periodita Harden y el príncipe Eulemburg. No perdieron el tiempo al publicar una serie de artículos sobre las tendencias homosexuales y las perversiones de las personas que rodeaban al kaiser para propiciar un desgaste del régimen. Querían nada menos que éste abandonase el trono.




En 2008, la heredera de la casa de automoción BMW fue chantajeada por su amante con difundir las imágenes de sus tórridos encuentros. Suzanne Klatten, la perjudicada, llegó a pagarle 7,5 millones de euros, y cuando vio que la presión para que siguiera abonando cantidades no desaparecía, lo denunció a la policía.

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