Inocencia interrumpida.

En 1967 la escritora Susanna Keyser (Interpretada por la olvidada Winona Ryder) sufrió un transtorno límite de la personalidad (entendido por mí, a mi manera, como una depresión descomunal, con episodios de perdida de contacto con la realidad) y fue internada en una institución psiquiatrica con otras chicas. Los críticos se quejan de que esta película debería ser más impersonal, debería tener una estética más dura, como de película carcelaria. Bueno; no se ven muchos de los desencuentros de las internas pero como está basado en un caso real, supongo que tampoco había mucho que ver. Un psiquiatrico es una realidad donde casi todos los estímulos e impactos emocionales están controlados por prescripción médica. Y si no hay nada que ver, es que no lo hay.

Susanna es internada a los 17 años. Tuvo inadaptaciones como morderse las manos para comprobar que sus huesos no se habían ido a ninguna parte, lo que nos lleva por los senderos de la psicosis, esto es, el paciente tiene sensaciones que no responde a la realidad.

Se hizo amiga de una sociopata, Rose Rowe (uno de los primeros papeles de Angelina Jolie), cuya máxima afición era escapar del psiquiatrico solo para fracasar y ser devuelta a él por la policía al cabo de dos o tres días.

Se supone que Rose es una sociopata. Lo vemos porque su mayor diversión es poner palillos en los engranajes, causar problemas a la única gente que puede salvarla de sí misma. Metida en un círculo vicioso contra el que se revela pero del que no tiene la sabiduría ( no astucia) suficiente para escapar.

En las memorias Susanna (que superó su transtorno límite tras 18 meses de terapia y confinamiento) divide a los enfermos psíquicos en dos grupos: los que se adaptan a la realidad lo más posible, sin dejar de ser conscientes de que la realidad para ellos es desconcertante y , en muchos casos, inaprehensible, como el de ella. Y los que no pueden escapar, hagan lo que hagan, porque no corren más que sus sombras.

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