viernes, 1 de noviembre de 2013

Zipi y Zape, y el Club de la Cánica.

Durante la etapa tárdia del franquismo nadie tenía dinero para costearse una cultura de calidad. O para correr el riesgo de mostrarla. Así que los hermanos Bruguera recurrieron a los kiosqueros de barrio para modelar la fantasía de generaciones de niños. El dibujante Escobar dibujó las peripecias de dos mellizos traviesos pero de buen corazón, los hermanos Zipi y Zape, obsesionados con el fútbol y con no disgustar a don Pantuflo, su padre.
El problema es que ese mundo de referentes prestados, donde nadie hacía caso de los niños, salvo los adoctrinadores del Régimen y los dibujantes de cómics, donde los referentes eran poco y venían de fuera, es desconocido para los niños de hoy, sobrecargados de videojuegos, integrados en Internet y su tela de araña.
Ahora ya no tenemos que recurrir al cómic infantil de los sábados porque hay editoriales con pedágogos dispuestos a hacer lo último para educar, que no entretener. Y los referentes son televisivos.
El director de esta cinta sabe que el mundo donde se movían los Zipi y Zape originales es incomprensible para los niños. Eso de ponerse a jugar al fútbol en la calle, ese respeto por el profesor aunque se sea un pésimo estudiante... Así que han optado por referentes extranjeros que sí llegan. Los hermanos, en compañía de dos niños y una chica, tienen que buscar un tésoro en un internado, dirigido por un siniestro director tuerto, Falconetti, donde está prohíbido jugar.
El referente ya no es esa mediocre España del franquismo sino Los Goonies, una búsqueda del tesoro posterior. O las aventuras de los Cinco, puesto que cinco son, ni uno más, los miembros del Club de la Canica.

Para ver:
http://www.youtube.com/watch?v=i4aiyV_ESfU

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