martes, 23 de junio de 2015

Los gladiadores, héroes de la arena.

Cuando eres un plebeyo romano, ninguneado por las autoridades, y vives en una cenácula (habitación) de escasos metros cuadrados, tienes dos opciones: o te evades de la realidad o te rebelas, y te arriesgas a que tus justas reivindicaciones hagan correr la sangre. No especifico la de quién.
Como es más seguro para los pellejos de los plebeyos de Roma evadirse de la realidad, no te queda otra que ir al anfiteatro y ver de cerca a tus héroes: el auriga y el gladiador.
El circo romano contenía toda una serie de características que parecían hechas a posta para la desigual y violenta sociedad romana. Era un espacio donde las autoridades estaban presentes y se le podían hacer llegar reclamaciones de tipo político al emperador. Veías sangre y eso era importante, porque una de las cualidades de un pater familias era el que debía ser capaz de aguantar ejercer la violencia, ya fuera sobre los esclavos, ya fuera sobre la esposa o los hijos. La emulación del gladiador era una preparación de lo que podías ver en el campo de batalla.
Los númera (espectáculos con gladiadores) también eran un discurso propagandístico acerca del poderío del Imperio Romano. Veías esclavos númidas luchando cuerpo a cuerpo con un bigotudos germanos. Y al bestiario, un gladiador especialista en representar cacerías o venationes, que lo mismo lucha contra un leopardo del norte de África que se enfrenta a un uro de los bosques de Centroeuropa. Da igual que no sepas leer y que las leyes romanas o sus autores clásicos no te lleguen. Te sientes parte de algo importante. Eres un hombre libre romano.
Había tres formas de convertirse en un gladiador:
1) Como prisionero de guerra. Los lanistas compraban al ejército los prisioneros y se los llevaban a sus escuelas.
2)Como criminal o esclavo. Si dabas demasiados problemas a tu amo o te dedicabas a robar, podías cansar a los vigiles o a las cohortes urbanas, y entonces podías ser condenado por un magistrado ad ludum, a los juegos.
3)Como hombre libre. Unos creían que las compensaciones sexuales, los trofeos y la fama hacían que valiera la pena jugarse la vida en los juegos. Otros tenían hambre y los gladiadores comían y se les mantenía sanos.
En todo caso, los esclavos eran liberados y elevados a la condición de liberto a los tres años. Nadie luchaba más de cinco años.

Samnita: Equipado con un escudo largo, una espinillera en la rodilla, la espada militar y una lanza.

Galo: "Non te peto, Piscem peto. ¿Quid me fugis, galli?" Esta canción se la cantaban los reciarios a los galos cuando iban ganando ellos. El galo iba armado con una statha, una espada larga de filo más grande que el gladius.

Tracio: Espartaco, el héroe de la Segunda Guerra Servil, iba equipado de esta manera: Escudo rectánglar o redondo pequeño que cubría hasta la rodila. El brazo derecho iba cubierto con la manica, una manopla de placas metálicas. Iba equipado con un puñal corto o sica.

Reciario: Iba armado con un casco que solo le ermitiía ver de frente. Equipado con una red lastrada y un tridente, además de un puñal corto. Solían desconcentrar a sus enemigos cantando: No te busco a tí. Busco un pez. ¿Por qué huyes, galo?"

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cómo era la vida de un marino de la Armada Real española en el siglo XVIII.

 Durante el siglo XVIII el poderío español en Europa estaba en la capacidad de transportar los recursos del Nuevo Mundo a Europa a través de...