martes, 22 de septiembre de 2015

Santa Teresa de Jesús contra la Princesa de Éboli.

Teresa de Jesús, escritora de temática religiosa, fundadora de conventos de carmelitas, pese a una mala salud de hierro, es uno de los puntales de la Contrarreforma. Ana de Mendoza, Princesa de Éboli, por el contrario, parece encarnar el lado oscuro y decadente de aquella España del siglo de Oro. Se asoció en manejos políticos turbios con el corrupto y venal Antonio Pérez, secretario de Felipe II, y a cambio fue condenada a no abandonar su palacio de Pastrana.
Estas dos mujeres no deberían haber cruzado sus destinos, pero el caso es que chocaron en el asunto de una fundación de un convento de carmelitas descalzas en Pastrana. Ana de Mendoza conocía a la religiosa por mediación de doña Luisa de la Cerda, una prima suya. Esta mujer había colaborado economicamente en la fundación del convento de Malagón, por lo que la de Éboli pensó que ella también quería hacer lo mismo.
Teresa de Jesús aceptó a regañadientes porque los Eboli y sus protectores, los duques de Alba mantenían una sorda disputa en la corte. Los Alba protegían la labor de Teresa y es presumible que no quisiera disgustarlos.
Pastrane, en el siglo XVI, era una villa con poquísimos habitantes, y un convento que sobreviviría de limosnas y donaciones, no era un buen lugar para él.
Teresa de Cepeda y Ana de Mendoza chocaron de inmediato. La abulense no quiso acoger en su discutible fundación a las religiosas agustinas que le propuso la Princesa en 1569. Protestó por el edificio y la disposición de las celdas; y comunicó que los príncipes de Éboli tendrían que dotar el convento.
Ruy Gomez, el Príncipe de éboli, captó a unos ermitaños, el padre Mariano Azzaro y fray Juan de la Miseria, a quienes acababa de donar una ermita muy cercana a Pastrana, para que se incorporen a las filas masculinas del Carmelo Descalzo, bajo la batuta de san Juan de la Cruz, otro escritor místico.
Ana de Mendoza se soliviantó con las quejas de Teresa de Jesús y planeo su venganza. Le pidió una de sus obras no publicadas, El Libro de la Vida, donde explicaba sus vivencias místicas. Teresa se lo dejó, a condición de que no lo viera nadie más. Ana lo leyó entre chanzas a sus criados. Y en 1574, frustrado su intento de profesar en su propio convento, lo entregó a la Inquisición, que ya había tenido a Teresa bajo su atenta vigilancia.
Cuando murió su marido, Ana quiso ingresar en el convento de Pastrana, pero su caarácter caprichoso y autoritario, así como el hecho de que obligase a tomar los hábitos a sus doncellas y camareras, hizo exclamar a priora: ¿La Princesa, monja? Ya doy por deshecha la casa".
Teresa de Jesús contraataca. Ordena a las monjas carmelitas abandonar la fundación de Pastrana de noche y en silencio. La humillación de despertar en un edificio vacío, es lo que llevará a la Princesa de Éboli a donar el edificio y sus rentas a las concepcionistas franciscanas y a entregar El Libro de la Vida a los inquisidores. La denuncia no prosperó.

Quienes quieran saber más sobre este duelo entre dos mujeres de carácter fuerte, puede leer "EL CASTILLO DEL DIAMANTE", de Juan Manuel de Prada, que sale a la venta hoy, día 22 de septiembre.

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