lunes, 30 de noviembre de 2015

Nerón NO quemó Roma.

La imagen de un Nerón enloquecido que toca la lira y canta acerca de la destrucción de Troya mientras lo que arden son las insulae del Suburra ha quedado en el imaginario colectivo como el padigma de la crueldad humana. En los últimos tiempos el mito de un Nerón cruel ha sido revisado por los historiadores.
La tragedia se produjo el 19 de julio del año 64: un incendio en el Circo Máximo se expandió veñozmente y llevó seis días sofocarlo. Pronto corrio el rumor entre la gente que huía de sus casas o que intentaban seguir las indicaciones de los vigiles (bomberos, polícias y vigilantes nocturnos) de que era el propio Nerón el que había ordenado el incendio para sustituir las insulae de madera por otras de materiales más nobles. Quería sustituir la Roma de siempre por otra ciudad llamada Nerópolis.
La mentira fue difundida por los senadores, residentes en el barrio de las Carinas, que apenas sufrió daños, y hostiles a las políticas de Nerón. Las tensiones entre el Senado y el emperador empezaron cuando Nerón acusó de traición al pretor Antistio, que había hablado mal de el durante una fiesta. Nerón comenzó a ejecutar a una serie de rivales para afianzarse en el poder. Todo se agravó, y los senadores empezaron a conspirar contra Nerón.
Otros plebeyos aseguraban haber visto a Nerón encaramado en un acueducto tocando la lira en compañía de sus libertos. Falso. Nerón estaba de vacaciones en la actual Anzio, que interrumpió para gestionar la catástrofe. Dispuso fondos económicos y materiales para reconstruir las insulae de las personas que se habían qedado sin hogar, abrió sus jardines privados para que los supervivientes se refugiasen allí y ordenó una serie de ceremonias rituales para honrar a los dioses, lo que acalló los rumores.
Agunos historiadores hablan de un accidente como causa del fuego. Otros, como Gerhardt Baudy - de la Universidad alemana de Costanz-, sugieren que los autores de la quema fueron cristianos exaltados, razón por las que se intentó exterminarlos. "Una profecía apocalíptica que se había puesto en circulación días antes predecía la caída de la metrópolis romana a traves del Cristo que se revelaba en el fuego de Sirio", me explica este filólogo alemán.
El historiador Tacito tenía 7 años el de julio del 64. En esta conflagración observaba que las llamas avanzaban contra el viento por lo que dedujo que era obra de unos incendiarios. Los expertos actuales afirman que un fuego grande puede expandirse contra el viento mientras busca oxígeno del que alimentarse.

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