martes, 1 de diciembre de 2015

La bibliotecaria de Auschwitz.

Polonia, enero de 1944. Hay anuncio de inspección en el barracón número 31 del campo de exterminio. Los grupos de prisioneros judíos están canturreando de pie, a la espera de que lleguen los guardias de las SS.
Hay miedo entre los prisioneros; los SS son tan brutales como taimados y quisquillosos.Los prisioneros dben guardar formación. Los nazis hacen preguntas a los niños para sonsacarles información valiéndose de su ingenuidad. Y por pequeña que sea, toda infracción se astiga con la muerte.
En el barracón 31, Dita Adlerova, de 14 años, delgada y con el cabello castaño cortado en media melena, lleva escondidos en unos bolsillos interiores de sus vestido libros. Su posesión está terminantemente prohíbda. Los nazis creen que los libros son peligrosos e incitan a la subversión. Los nazis contemplan el lugar y ladran una de sus palabras favoritas:"!Achtung!! Se hace el silencio. Solo se escucha entnces con nitidez que un último alemán entra en el barracón silbando la Quinta Sinfonía de Beethoven. Es un hombre que pone nerviosos incluso a sus propios compatriotas: Josef Pepi Mengele, alias el Doctor Muerte.
En el centro del grupo de niñas, Dita se estremece, aprieta los brazos contra su cuerpo y nota el crujido de los libros contra las costillas. Si se los encuentran, es el fin.
Freddy Hirsch, el prisionero nombrado jefe de barracón, da un paso al frente, a las órdenes de los SS, que emprenden el registro de paredes, suelos y objetos. Son metódicos. El desorden los saca de sus casillas: no se andan con contemplaciones si alguien hace algún ruido.
Tras unos minutos el SS  al mando se planta ante Dita. Ella siente un sudor helado en la espalda. El suboficial parece sospechar algo, y es natural: Dita, mas alta que el resto, sobresale y es la única que no está en posición de firmes, con los brazos junto al cuerpo. Entonces, uno de los prisioneros, el anciano profesor Morgerstern, llama la atención del nazi al mando con una letanía aturullada, como de viejo senil: "Disculpe, señor ¿da usted su permiso de que regrese a la fila? Si le parece a usted bien, naturalmente. Lo último que quería sería molestar y..."
Irritado, el suboficial se encara con Morgersten: "!Estúpido vegestorio judío!!Si no estás en tu sitio en tres segundos, te descerrajo un tiro!!A la fila, imbecil!" La añagaza ha funcionado. Alterado, el suboficial cree haberse ocupado ya de las niñas y pasa a inspeccionar otras filas. Tras algunos gritos y zarandeos, los nazis se marchan. Dita vivirá un día más.

LA BIBLIOTECARIA DE AUSCHWITZ, escrita por Antonio G. Iturbe.


El barracón 31, donde tiene lugar la escena ants descrita, perteneca al denominado por los burócratas nazis como "campo familiar". Albergaba familias enteras con sus hijos con el fin de hacer creer a la Cruz Roja internacional - y al mundo- que en Auschwitz no se estaba matando gente en serie.
Tras seis meses de estancia reglamentaria en este campo, los prisioneros eran enviados a las cámaras de gas, como los demás.
El barracón 31 albergó 500 niños... Y de forma sorprendente los prisioneras se las arreglaron para instalar allí una biblioteca clandestina. Solo contaba con cinco libros: un atlas dsencuardenado; un manual de algebra; Los NUEVOS CAMINOS DE LA TERAPIA PSOCOANALÍTICA, de Sigmund Freud; y la novela picaresca LAS AVENTURAS DEL BRAVO SOLDADO SVEJK, del checo Jaroslav Hasek.
Dita Polachova - que en la novela recibe el nombre de Dita Adlerova- era una de las gestoras de la biblioteca clancestina. Aún vive en Netanya , Israel.
Freddy Hirch organizó una escuela clandestina dentro del campo familiar y encargó a Dita la salvagarda de los libros. Fue asesinado por otro prisionero, que temía que Hirsch participase en un levantamiento contra los guardianes, ante los rumores de avance hacia Polonia del Ejército Rojo. Los guardias creyeron que se había envenenado por la presión excesiva con pastillas.
Dita todavía recuerda con un escalofrío de terror, a pesar de que Mengele lleva muerto desde los 70, sus amenazas: "Te voy a vigilar. Cuando no me veas, yo te estaré observando. Cuando creas que no te oigo, yo te estaré escuchando. Yo lo sé todo. Si excedes un solo milímetro las ordenanzas del campo, lo sabré y terminaras tumbada en mi sala de autopsias. Las autopsias en vivo son muy reveladoras (...) Ves legar al estómago las últimas olas de sangre que lanza el corazón. Es un espectáculo extraordinario".

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