lunes, 27 de junio de 2016

Disfruten del porno, que se acaba. Un artículo de opinión.

Los síntomas estaban allí, y yo no terminaba de verlos. Las dificultades de Coté García Jordá para poder distribuir sus películas atrajeron el interés del presunto mafioso Gao Ping. Fueron los celos de la esposa de Ping, que creía que el magnate chino estaba teniendo una aventura con la productora catalana, las que le llevaron a confesar que en realidad la quería mucho, pero para blanquear dinero de operaciones comerciales poco claras.
Los hermanos Ignacio y Coté García Jordá terminaron en el calabozo, y fueron la comidilla de un público que deseaba tanto verles caer, como había deseado en el pasado sus productos.
Luego surgió el escándalo de Pablo Lapiedra, encarcelado en Sudamérica por engañar a muchachas menores con un supuesto casting para un programa televisivo, que suponía en realidad un contrato para trabajar en un set de rodaje erótico en condiciones casi de violación. Ignacio Ayende "Torbe" salió en su defensa, no se sabe si por simpatía, si por razones corporativistas o porque él andaba en planes parecidos.
Y ahora estamos en medio del escándalo de la Universal, con Ignacio Ayende "Torbe" encarcelado, y todavía tratando de cargarse el sistema que le convirtió en lo que es, como un vulgar virus troyano en nuestros ordenadores.
Esta claro que la época en que un productor de una agencia pornográfica era un señor discreto y respetable, una figura paterna y protectora para sus empleados, ha pasado a la historia. Ahora no se puede hablar de personas profesionales, con su ética y con su parte de pruebas médicas bajo el brazo, porque la pornografía se ha "democratizado" en Internet. Las carreras duran semanas, los escándalos al filo de la legalidad para sacar dinero son más frecuentes, y el público de Internet parece que le guste que el mundo del porno no tenga leyes,o quien caiga por el camino, mientras ellos tengan su dosis.
Es como si intentásemos aumar capitalismo, sociedad de consumo, destreza tecnológica y pornografía. Esta combinación no crea más libertad, sino más dominio y abusos.

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