jueves, 23 de junio de 2016

El escándalo de los igorrotes. La vergüenza de los zoológicos humanos.

Exhibidos en el parque de atracciones neoyorquino de Coney Island en 1905, un grupo de cazadores de cabezas igorrotes recorrieron los Estados Unidos, mientras realizaban para el público ceremonias tribales simuladas y consumían carne de perro ante millares de visitantes entre escandalizados y morbosos.
La periodista Claire Prentice ha reconstruído la odisea de este grupo de nativos en su libro LA TRIBU PERDIDA DE CONEY ISLANS, LUNA PARK Y EL HOMBRE QUE CREÓ EL ESPECTÁCULO DEL SIGLO.

El escándalo de los igorrotes ha sido olvidado. ¿Cömo lo redescubriste?

Trabajo como periodista en Nueva York y me interesa la Belle Epoque. Un día ví en un archivo fotográfico imágenes de los igorrotes con sus tatuajes, sus taparrabos, y poco más. El poder de las fotos me atrajo.
He investigado esta historia en instituciones como el Archivo Nacional y la Biblioteca Nacional de Filipinas, así como en lugares más modestos como la Biblioteca Municipal Bontoc en Filipinas. He consultado informes desclasificados del Gobierno de los Estados Unidos y artículos de prensa que no habían sido leídos en cien años. Los igorrotes sufrieron por el maltrato a manos de un hombre cruel que los explotó, los arrancó de su mundo y los amedrentó.

Creo que ese tipo se llamaba Truman Hunt.

Sí. Viajó a Filipinas durante el estallido de la guerra de 1898 con España. Se formó como médico, y permaneció en el país después de terminadas las acciones militares. Posteriormente sería vicegobernador de Bontoc, donde vivían los igorrotes.
En 1900, el Gobierno estadounidense celebró la Exposición Universal de San Luis como parte de un plan para que el ciudadano americano de a pie respaldase su política en Filipinas. Se contrató a 1300 nativos filipinos de una docena de tribus diferentes, con el fin de demostrar que los pueblos de las Filipinas eran demasiado primitivos para prescindir de la tutela de una potencia colonial. Truman Hunt fue el gerente del poblado igorrote.
Terminada la Exposición Universal de San Luis Hunt regresó a Bontoc y contrató a cazadores igorrotes por 15 dólares al mes por exhibir sus habilidades en los parques de atracciones de Estados Unidos.

La prensa convirtió a Hunt en un héroe paternalista y difundió muchas de sus fantasías antropológicas. ¿Fue difícil separar el grano de la paja?

Yo misma soy periodista y puedo reconocer el amarillismo cuando lo veo. Truman habla de un incidente en particular: una gran pelea entre los igorrotes y los granjeros blancos en la que se utilizaron horcas. Se subrayó el savajismo del asunto, pero no se habló en ningún momento de la reacción de las autoridades policiales. Así que, obviamente no hubo, pelea, porque no hubo castigos.

Pero los zoológicos de humanos eran moneda corriente en Norteamérica y Europa. ¿Por qué centrarse en la experiencia de un solo pueblo?

El caso de los igorrotes es especial porque el secretario de Guerra lo permitió como fórmula de propaganda. Se arrepentió, por supuesto.
Los igorrotes celebraban ceremonias tribales descontextualizadas y desollaban perros callejeros para comérselos ante el público. Esto escandalizaba a los estadounidenses pero capturaba su imaginación. Ya no tenían que viajar como soldados a las Filipinas. El Gobierno les había traído las Filipinas a casa.
Con el tiempo, y una educación que superó la mentalidad de barraca de feria, los zoológicos humanos fueron vistos como algo vergonzoso y prohíbidos por las instituciones académicas.

La cuestión de la autenticidad antropológica aparece mucho en tu libro. ¿Qué fallaba en el espectáculo de Hunt?

Casi todo. Las ceremonias y las danzas antes de la caza de cabezas no ocurren a cada rato. Y la carne de perro es un alimento ceremonial, no el menú corriente. Pero Truman Hunt no es un divulgador ni un antropólogo. Quiere ganar pasta.
Es un poco como los reality shows de la televisión, cuando contratan personas disfuncionales o conflictivas para conseguir audiencia. Al final Hunt, que se había jugado en 1898 la vida por los nativos, era incapaz de hacerlo en 1905. Los había cosificado, convertido en mercancías.

Creo que al final la Secretaría de Guerra ordenó el arresto de Hunt. ¿Por qué?

Porque Hunt decidió dejar de pagar su sueldo a los nativos, y los golpeó para quitarles lo que ganaban con la venta de piezas de artesanía. También se negó a enterrar o repatriar a dos de ellos que murieron durante su estancia en los Estados Unidos.
El Gobierno envió un agente a investigar las reclamaciones, y Hunt se dio a la fuga con varios cazadores de cabezas igorrotes como rehenes. Se contrató a la Agencia de Detectives Pinkerton para localizar el grupo. Hunt fue acusado de malversar 10.000 dólares del Gobierno en salarios y de robar con intimidación física cientos más a sus invitados.

¿Qué paso con los igorrotes?

Después de esto, casi todo el grupo fue repatriado, porque su permiso de estancia en los Estados Unidos había caducado. Se quedaron cinco para testificar contra Hunt hasta marzo de 1907. También ese grupo fue repatriado. Después desaparecen entre las sombras de la Historia.

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