martes, 26 de julio de 2016

Eunsun Kim escapa de Corea del Norte.

Corea del Norte es el país más represivo de la Tierra, una pesadilla distópica que hace que las distopías de 1984, FARENHEIT 584 y UN MUNDO FELIZ parezcan apetecibles. Pero apenas sabemos nada de lo que sucede tras la "Cortina de Bambú". La censura es total. Pero el libro de la refugiada Eunsum Kim, que huyó del país con su madre cuando apenas era una adolescente. nos permite echar un vistazo.

Tu madre, tu hermana y tú sobrevivísteis a una hambruna. Cuéntamos lo que pasó cuando apenas tenías 11 años.

Muchas personas murieron de desnutrición, incluidos mis abuelos. En 1997, mi padre murió también. Mi madre vendió todo lo que había en el apartamento hasta que no nos quedó nada que canjear por vales de comida. Así que se fue a la ciudad en busca de comida y se llevó a mi hermana mayor, que tenía dos años más que yo. Dijo que estarían de vuelta en tres días o más pronto. Me dio 15 chon norcoreanos- lo suficiente para comprar un trozo de tofu- y se fue.
Pasaron los tres días y se covirtieron en cinco. Amaneció el sexto día, y estaba tan débil que pensé que sería mi último día. No estaba asustada porque había visto demasiada gente morir durante esa época. Lo que me dolía era que sentía que mi madre, en medio de la lucha por sobrevivir, ya no me quería. Se había llevado a mi hermana con ella pero no había vuelto a por mí.
Escribí una nota de despedida, diciendo que si volvía a casa después de que yo falleciese, me había quedado en mi puesto esperándola. Pero mamá volvio al sexto día. Estaba feliz, aun cuando volvía con las manos vacías. Las primeras palabras que dijo fueron: "Creo que moriremos juntas". !Me sentí feliz!

La primera vez que escapásteis de Corea del Norte fue con la ayuda de un traficante de personas que vendió a tu madre, pero tú escribes que tuvísteis suerte. ¿Puedes explicarte?

Mi historia es muy común entre los refugiados norcoreanos. Muchas mujeres tienen experiencias con traficantes humanos en China. Pero no nos separaron, incluso cuando fuimos vendidas a un hombre chino. Cuando las autoridades nos repatriaron a Corea del Norte yo permanecía con mi madre. Por eso digo que fuimos afortunadas. No nos separaron. Y hoy vivimos en el mismo apartamento.

Cuéntanos cómo escapasteis.

Vivíamos en la provincia de Hangyong, en un pueblo llamado Undok en el norte del país. La primera vez escapamos en invierno. Durante la primavera eramos capaces de robar comida de las granjas. Pero en invierno no había comida para robar. Por eso decidimos escapar. El río estaba helado y lo cruzamos.
En China nos encontramos al traficante de personas y fuimos repatriadas a Corea del Norte. Fuimos tratadas de traidoras y obligadas a vivir en las calles, durmiendo bajo los puentes o en el mercado. Dos meses más tarde, en primavera, escapamos de nuevo. Huímos a Shangai, donde nos quedamos cuatro años. Luego, con la ayuda de unos amigos, pedimos un visado para Corea del Sur.

Hablas del lavado de cerebro que la familia Kim y el Partido le hacen al ciudadano norcoreano de a pie. ¿Puedes describirlo?

Nos lavan el cerebro incluso en nuestras cunas infantiles. Más del 90 por ciento de las canciones infantiles son acerca de lo buena que es la familia Kim y la labor del Partido Comunista. Es como una secta. Pedir una larga vida a Buda por la familia Kim es normal. No puedes escapar de la secta, porque eres incapaz de criticar el sistema. Te educan para no hacer preguntas. Si empiezas a hacerlas o a opinar, la policía política se te lleva de noche y nadie te vuelve a ver.

¿Cuál es tu mensaje al mundo sobre Corea del Norte y tus paisanos que se quedaron allí, en el supuesto de que lean esto y vivan para contarlo?

Corea del Norte es una gran prisión. La gente vive allí, pero no tiene derechos humanos. Necesitamos abrir la prisión y dar a la gente la libertad
Los videos y los puertos USB que Kin Jung Un ha introducido en el país están mostrando a la gente joven que hay otras formas de vivir y que pueden tener sus propias ideas.
King Jung Un está introduciendo tiendas de electrónica en todo el país y jugando con algunas de las ventajas del capitalismo, aunque solo sean para las élites. Antes, Corea del Norte odiaba los productos occidentales. Ahora un montón de norcoreanos los utilizan. Incluso si es con fines egoístas, y si el tipo es un psicópata, está intentando cambiar las cosas.

Para leer:
Mil millas para la libertad. Mi evasión de Corea del Norte.

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