viernes, 26 de agosto de 2016

F.I.S.T., de Norman Jewison. (1978)

Esta es la película sobre el mundo sindical estadounidense por excelencencia. Johnie Kovack es un empleado que carga camiones de truta, bajo un regimen laboral despótico. Estamos en 1938, y los empresarios han aprovechado la desesperación del proletariado de la Gran Depresión para endurecer las leyes. No importa si despides porque sí a un obrero porque siempre hay tres más, sin trabajo y con desesperación, para ocupar el puesto vacante.
Cuando un intento de mejorar las condiciones tiene como consecuencia un despido en masa, entre ellos el de Kovacs, este es captado por una organización sindical. Es una especie de asociación gremial de camioneros. Kovacs se enfrenta con aplomo y entusiasmo a su primera acción de huelga contra una empresa llamada Consolidated, pero los mandamases traen esquiroles y agreden a los piquetes con la ayuda de matones. Cuando la sangre se derrama por primera vez, Kovacs decide que no puede ganar con medios legítimos y recurre a la Mafia.
25 años después, Kovacs es un lider sindical respetado, que se mueve entre grandes despachos y toma decisiones que afectan a los camioneros de todo el país. Puede lidiar con sus propios corruptos, pero no puede lidiar con sun antiguos aliados del crimen organizado, que le exigen una mordida, por servicios dudosos.
Kovacs se harta y paga las consecuencias cuando su estrella se apaga. Es llamado a juicio. Tendrá que declarar contra sus socios de los años 30. Si estos se lo permiten.

Nota:
Kovacs está interpretado por Stallone ante de que los estudios de Hollywood le encasillaran en el cine de acción. Se supone que es una versión libre de la vida del malogrado líder sindical Jimmie Hoffa. Hay otra película posterior llamada HOFFA: UN ASALTO AL PODER (1992), interpretada por Jack Nicholson.
El Codigo Hayes prohibía a los estudios nombrar a la Mafia en sus películas. Cuando se estrenó LA LEY DEL SILENCIO (Elia Kazan, 1954), los mafiosos parecían un grupo de amiguetes. Pero ya estaban enquistados en la comunidad obrera hasta el tuétano. No solo decidían sobre las actividades de ocio como el juego y la prostitución, sino que también decidían qué estibadores del puerto de Nueva York trabajarían o no.

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