viernes, 10 de marzo de 2017

El pecio del San José. Codicia y arqueología subacuática.

Oro, plata y esmeraldas por valor de miles de millones, eso es lo que se cree que iba a bordo del San José, un galeón español hundido en 1708 y que ahora parece haber sido localizado en aguas internacionales, cerca de Colombia. Más de cuatro países defienden su propiedad, Entre ellos España. Viajamos hacia Cartagena de Indias.

Adaptación de un artículo de Frank Oldmann.

Ni el oficial de la Armada colombiana - al que llamaremos Capitán Pescanova -, ni yo, tendríamos que estar aquí. No siquiera estará bien visto que publique esto. El San José está en algún lugar bajo estas olas. El día está claro, pero la mezcla de calor y agua salada está empezando a escocer en la piel. Las aguas son de un color azul turquesa.
El 5 de diciembre de 2016, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, anunció de una forma bastante inconsciente que el mítico galeon San José había sido localizado. Casi en cascada las reclamaciones de los Ministerios de Exteriores de Perú, Bolivia, España y Estados Unidos llegaron a la mesa del Ministro de Cultura colombiano.
España asegura que el San José era un buque militar español y que el Gobierno de este país no pierde la propiedad anque se hunda bajo las olas cada uno de estos buques. Bolivia y Perú dicen que parte de la carga era procedente de las minas de sus países. Los estadounidenses dicen que Sea Search Armada, una organización de cazatesoros encontró primero el pecio en 1980 y tiene un contrato por los derechos de rescate del 50 por ciento del cargo.
El Capitán Pescanova me dice que el Gobierno quiere que las presuntas riquezas sean sacadas a tierra firme este año, cuando una excavación subacuática puede durar años. Eso si las reclamaciones no retrasan los trabajos preliminares.
Además no está claro que se trate del San José. El representante de Sea Search Armada en Barranquilla, Danilo Nevis, sugiere que toda la pantomima es una obra de teatro por parte de las autoridades patrimoniales colombianas. "Han encontrado el Santa Teresa. Nosotros encontramos el auténtico San José incrustado en un arrecife de coral. Solicitamos permiso para unas detonaciones submarinas con dinamita y nos retiraron del trabajo de campo. Ni siquiera nos dejan comprobar sus afirmaciones".
El capitán Pescanova dice que no había ningún galeón hundido en las coordenadas proporcianadas por los cazatesoros. "Dicen que el pecio está en aguas internacionales y que si nuestra flota militar impide sus actividades, reclamarán la protección de sus barcos de guerra. Que habrá un incidente internacional. ¿Ven lo demencial de todo esto? Todo por un barco hundido en el siglo XVIII."
"No sabemos cuál era la carga del San José ni mucho menos su valor económico. El manifiesto de carga se hundió con el San José. Nos imaginamos lo que contenían sus bodegas porque se ha conservado el manifiesto de carga de su nave gemela, el San Joaquín. Pero las fuentes inglesas confundían las unidades monetarias de la América española por lo que las cargas parecían ocho veces más cuantiosas de lo que en realidad eran. Tampoco se habla del contrabando ni se registran las cargas personales", dice Carla Phillips, una historiadora de la Universidad de Minnesota.
Toda esta ensalada de litigios y demoras en los trabajos arqueológicos, son el caldo de cultivo perfecto para que los cazadores de tesoros individuales merodeen por un pecio ya señalado saqueándolo, manipulando los restos y soñando con hacerse ricos. El propio Gabriel Garcia Márquez decía en su libro EL AMOR EN TIEMPOS DEL CÓLERA que el San José contenía 500.000 millones de pesos,lo cual es imposible llevar en ninguna de los galeones de la flota de Indias, lo sepan los interesados o no. Lo que si se encontrarán son los restos de las 600 personas que se ahogaron en el Caribe en 1708, en las que nadie piensa ya.

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