martes, 4 de abril de 2017

Los médicos rurales.

Se ven como la Cenicienta del sistema de salud y cada vez son menos. Los recortes, advierten los médicos rurales, amenazan la atención de millones de personas. En algunos lugares remotos, de hecho, la cercanía de un profesional sanitario puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

Los médicos rurales de Españas suman el número de 20.000 facultativos, de un total de 400.000 facultativos de atención primaria del susodicho país. El aislamiento, la dispersión de los pacientes o la escasez de medio se unen a los recortes administrativos y económicos de un Ministerio de Sanidad más orientado a la que sudcede en las zonas industrializadas. Apenas una de cada cuarenta licenciados que salen de las promociones universitarias quieren ser médicos rurales.
El médico de pueblo ya no es aquel facultativo a cuya puerta llamavan los lugareños a cualquier hora del día o de la noche, o cuyo teléfono retumbaba en la mesilla a la una de la madrugada. "Era un sin vivir. Salías a pasear con tu mujer y tus hijos, y al poco tenías que disculparte con ellos porque pasaba una Urgencia. Eso si la familia vivía en el pueblo, porque si no ya no los veías mas. El alcalde nos tenía que firmar las vacaciones y era renuente a hacerlo, porque es precisamente en verano cuando eran los festejos taurinos y la población del municipio se multiplicaba por dos con los veraneantes", me explica Juan José Torres, un medico rural pacense.
Hoy en día, los médicos ya no están disponibles las 24 horas del día. Trabajan 35 horas semanales ( de ocho de la mañana a tres de la tarde), ero eso no les impide dejarlo todo para atender una Urgencia fuera de horario. Atienden partos, accidentes con maquinaria del campo, ictus...Conducen las ambulancias por carreteras más diseñadas para los tractores que para las ambulancias medicalizadas. ¿Ambú?¿Equipo de oxigenoterapia? ¿Qué leches es eso? Bueno, sí; saben qué es, pero no disponen de ello.
A veces la única ambulancia de la comarca está atendiendo un accidente de carretera, cualdo el facultativo de guardia tiene que cerrar el dispensario para atender con su coche particular una segunda Urgencia.
"Una vez tuvimos que atender en el suelo de una calle del pueblo a una madre que salía de cuentas. El parto fue bien, pero tuvimos que envolver al neonato en una manta reforzada con aluminio para que no perdiera calor - estábamos en enero- y llevarlo junto con su madre a la Maternidad, en la capital".

ALBERTO ASTÚRIZ, 44 AÑOS. MÉDICO DE URGENCIAS EN EL VALLE DEL BAZTÁN (NAVARRA).

"Aviso en Ordoki. Es un infarto". Alberto Astúriz cuelga el teléfono en el puesto de Elizondo, en el valle del Baztán. Es en un caserío aislado.. "Las indicaciones de los aldeanos para llegar a tiempo a semejantes lugares son: después del cruce, el cuarto camino a la derecha, otros dos kilómetros, giras a la izquierda...Imagina que la vida de un casero dependa de que tú no te pierdas o te encuentres con las ruedas encajadas en el lodo. Una vez nos tuvo que rescatar a nosotros de una zanja la Guardia Civil".
Las carreteras son estrechas y cortadas con profundos barrancos. Es difícil conducir por ellas a la velocidad que las Urgencias médicas lo requieren. En invierno, la niebla y la lluvia pueden dar un disgusto a los tripulantes de los vehículos medicalizados..
Y cuando la abulancia parte, hay que cerrar el dispensario. "En una ocasión, un señor se nos murió de un infarto en la misma puerta del Centro de Salud. En una guardia estamos una enfermera y un médico. No tenemos ambulancia, así que usamos un coche particular. Ese día estábamos atenciendo una incidencia en Amaiur, a 40 kilómetros. Avisamos al médico más cercano, pero solo pudo certificar la clave negra, es decir la muerte.
Baztan es n valle montañoso de 400 kilómetros cuadrados. Apenas tiene 2 médicos y 2 enfermeras para 9000 personas. Y quieren que seamos todavía menos".

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