lunes, 12 de junio de 2017

Errores y aciertos de la política del presidente Kennedy.

En la tribuna, al aire libre, se halla un hombre joven, alto, de pelo castaño, únicamente abrigado con un caro traje. Esa mañana hace en Washington D C una temperatura de-4º C y una suave brisa mece el tupé del orador. "La trompeta nos convoca de nuevo (...) a la lucha contra los enemigos comunes del hombre:tiranía,pobreza, enfermedad y guerra. No preguntéis lo que puede vuestro país hacer por vosotros; preguntaos qué podéis hacer vosotros por vuestro país"·
John Fitgerald Kennedy estaba tomando posesión de la Presidencia el 20 de enero de 1961. Tenía 43 años y todos los requisitos para el éxito: el respaldo de un poderoso clan familiar; una buena formación universitaria; un amplio conocimiento del mundo adquirido a lo largo de numerosos viajes y de la experiencia adquirida durante los tres años que se dedicó al periodismo; 14 años de experiencia en la Cámara de Representantes y en el Senado, y un pasado como héroe de guerra tras salvar toda la tripulación de la lancha patrullera PT 109 de un naufragio y de caer en manos de los japoneses.
"Necesitamos una revolución en la agricultura..., una revolución en la población urbana..., una revolución pacífica por los derechos humanos... Los problemas no están todos resueltos, no están ganadas todas las batallas, nos encontramos hoy al borde de la Nueva Frontera. La Nueva Frontera de que hablo no es un conjunto de promesas, sino de objetivos que nos llaman...", sigue diciendo Kennedy.
Habían ido las elecciones presidenciales más concurridas ( votó el 64 por ciento) y las más disputadas, ya que el 50 por ciento de los votantes opto por Nixon, el otro candidato. En los primeros 15 días de mandato envió al Congreso seis proyectos como el Programa de Alianza para el Progreso. Este proyecto era una especia de plan de desarrollo para Latinoamérica con un presupuesto de 6000 millones de euros. Pero estas y otras brillantes reformas fueron frenadas por los congresistas y los senadores conservadores, que desconfiaban de todo cambio.
El Proyecto de Alianaza para el Progreso fua abortado por la intervención militar norteamericana en la Bahía de Cochinos, una invasión en la Cuba comunista, que dio a entender a los estados latinoamericanos de que se trataba de la vieja política de las cañoneras de toda la vida disfrazada de otra cosa. Y eso a pesar de que las autorizaciones para la intervención en Cuba habían sido un compromiso de su antecesor en el cargo, Eisenhower. En 1963, la gerontocracia conservadora del Senado y del Congreso, de un total de 179 reformas legislativas, solo admitieron 6.
Intentó poner coto a la segregación racial en el Sur pero no tuvo el apoyo de las autoridades de la zona ni se admitieron cambios legislativos en ese sentido. Tras su asesinato, Lyndon Johnson, el que fuera el vicepresidente de Kennedy tuvo más mano dura con esa gente, los segregacionistas.
Evitó una guerra nuclear en 1962 tras la crisis de los misiles cubanos, y estableció una línea de comunicaciones con Moscú, el "teléfono rojo". No pudo evitar que las autoridades de la RDA levantaran el Muro de Berlín, aunque dio su mas famoso discurso con el telón de fondo de la Guerra Fría en la Alemania Federal. "Hay muchas personas en el mundo que no comprenden cuál es la diferencia entre el mundo libre y el mundo comunista. !Que vengan a Berlín! Hay quien dice que el sistema comunista es el futuro. !Que venga a Berlín! Todos los hombres libres, vivan donde vivan, son ciudadanos de Berlin y por tanto, como hombre libre tengo el orgullo de decir: Ich bin ein Berliner. (Soy berlinés)".
Pero también en el campo de la política exterior cometió errores porque envió asesores militares para auxiliar a las autoridades coloniales francesas en Indochina, entrampando a su país en la Guerra de Vietnam, conflicto que dividió a los Estados Unidos y que limó la eficacia de su sucesor Lyndon Johnson.
En realidad la Presidencia de Kennedy es un cúmulo de buenas ideas para un mundo que no estaba preparado para ellas. La Alianza para el Progreso no funcionaba ni las distintas naciones latinoamericanas tenían el menor interés en ellas, los derechos civiles no progresaban porque Kennedy era demasiado bueno para ser malo con los segregacionistas, y Vietnam se acercaba por el horizonte. Cuando murió asesinado en noviembre de 1963, los demócratas descubrieron que era más fácil tratar con una leyenda que les había caído de la nada que tratar con un presidente vivo y enfermo que no resultaría, seguramente reelegido.

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