Hace 30 años tuvo lugar el descubrimiento arqueológico más impactante de América Latina: la tumba del Señor de Sipán, en Perú, que data del siglo III. Está considerado como una de los hallazgos más importantes del siglo XX, al mismo nivel de la tumba de Tutankamón. Y todo comenzó con un conejo.
1987. En una de las chicherías de la pequeña localidad de Sipán, en Perú, un grupo de policías intentan explicarse los motivos de tanto jolgorio. Están destinados de paisano en la localidad porque un comando del grupo terrorista Sendero Luminoso ha tomado una localidad cercana. Empiezan a comprender un poco lo que sucede cuando un oven un tanto bebido intenta pagar la consumición con un collar de oro de factura mochica. !Medio pueblo está saqueando la huaca cerca, el campo arqueológico!
Los policías detienen a Ernil Bernal, el beodo, y lo llevan a comisaría. Tras un duro interrogatorio Bernal confiesa que es miembro de una compañía de huaqueros - saqueadores de tumbas precolombinas- y que han encontrado una tumba con un ajuar funerario especialmente rico. En un registro de la cámara de Ernil Bernal, en presencia de su madre, se encontraron dos bolsas de plástico con piezas de oro. El alijo contenía un ídolo y dos cabezas de jaguar de oro y turquesas. Es hora de informar a Walter Alba, el arqueólogo supervisor de la zona.
En comisaría Ernil Bernal confiesa que su grupo de expoliadores y él estaban haciendo un reconocimiento en la huaca cuando descubrieron en el suelo una bolitas de oro, muy cerca de la madriguera de un conejo. Aunque no tenían una formación académica, los huaqueros reconocieron la factura mochica de las piezas y decidieron a excavar.
La falta de profesionalidad de los saqueadores llevó a hacer correr la voz de lo que estaba pasando en Sipán, y al poco otros grupos de vecinos se presentaron en la zona de excavación con sus palas. El oro era de todos o de nadie.
Walter Alva, dos polícías, y dos estudiantes de arqueología se presentaron en Huaca Rajada, la pirámide expoliada. Se encontraron a un grupo de 60 personas excavando. Dos tiros al aire los dispersaron, pero intentaban volver cada noche para saquear. A Walter Alva les costó varios tiroteos en la excavación más peligrosa del mundo precolombino convencer a los vecinos de Sipán que podían sacarle más dinero a los turistas con la apertura de un Museo que colocando las joyas en el mercado negro, donde además los marchantes ilegales los estafarían. Coló, pero a regañadientes.
Ernil Bernal intentó seguir colocando piezas ilegales en el mercado negro, y la Policía le mató de un disparo cuando intentaba huir de elle en una furgoneta.
Apareció otra tumba en la región. Primero apareció el esqueleto de un guerrero con los pies amputados para que no abandonase su labor de protección de la tumba. Esta contenía los restos del ajuar de un poderoso gobernante mochica, el primero encontrado. Se le llamó el Señor de Sipán por la cantidad de objetos de oro, plata y piedras preciosas del ajuar. Era el primer rey mochica encontrado.
La cultura moche tiene 2000 años de antigüedad. Alcanzaron un gran desarrollo tecnológico. Aunque no conocían la rueda, sabían dorar el cobre con la técnica de la electrolisis,descubierta en Europa a finales del siglo XVIII. También conocían métodos para construir sus viviendas y que resistieran los terremotos. También tenían un sistema de acequias de regadío que les permitían conseguir una cosechas superiores a las que actualmente proporciona la región con los modernos fertilizantes.
La cosmovisión de los mochicas estaba regido por los efectos del fenómeno climático de El Niño, que causa inundaciones y coladas de lodo seguidas por largas sequías y olas de calor. El Niño es cíclico pero errático. Puede suceder cada dos años o cada doce. Los moches creían que la decisión estaba en manos de sus dioses y realizaban sangrientos sacrificios para apaciguarlos.
Los mochicas desollaban, decapitaban, rompían las cabezas con una macana, y a veces extirpaban el corazón con un cuchillo de obsidiana en vivo. Pero no fueron sus excesos los que terminaron con esta cultura sin un periodo de sequía enclavado en el fenómeno de El Niño que duró la friolera de 30 años.
La cosmovisión de los mochicas estaba regido por los efectos del fenómeno climático de El Niño, que causa inundaciones y coladas de lodo seguidas por largas sequías y olas de calor. El Niño es cíclico pero errático. Puede suceder cada dos años o cada doce. Los moches creían que la decisión estaba en manos de sus dioses y realizaban sangrientos sacrificios para apaciguarlos.
Los mochicas desollaban, decapitaban, rompían las cabezas con una macana, y a veces extirpaban el corazón con un cuchillo de obsidiana en vivo. Pero no fueron sus excesos los que terminaron con esta cultura sin un periodo de sequía enclavado en el fenómeno de El Niño que duró la friolera de 30 años.
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