domingo, 26 de noviembre de 2017

Alfonso X el Sabio.(1221-1284)

Fue un adelantado a su tiempo, un pionero de la globalización, un erudito en na época en la que muchos reyes apenas sabían leer. Pero sus fracasos estratégicos ocultaron su genio, que él ni siquiera valoró.

"Nada me gustaría tanto,ni el canto de los pájaros, ni el amor, no la ambición, ni las ramas... como un buen galeón que me alejara de este demonio de campiña infestada de alacranes, cuyo aguijones llevo clavados en el corazón". El que así se lamenta, en sus postreros años es Alfonso X el Sabio. Su esposa Violante le ha abandonado, sus proyectos de ser elegido Emperador del Sacro Imperio Germánico han arruinado las arcas del Reino de Castilla sin dar los apetecidos frutos, sus mesnaderos han huido de la fuerte presión fiscal que estos proyectos han causado a Granada, una zona exenta de impuestos. Salvo Badajoz, Murcia y Sevilla, todas las ciudades de Castilla consideran a su propio monarca una persona non grata. No ha sido capaz de tomar por las armas Ceuta, a pesar de que ha endeudado la Corona con los armadores para construir una poderosa flota.

En el plano positivo fue un monarca culto, que no dudaba en contratar filósofos, matemáticos o médicos musulmanes y reclutarlos para la Escuela de Traductores de Toledo, dijese lo que dijesen sus confesores domínicos. Convirtió el castellano en la lengua franca de la Administración y la diplomacia, frente al latín que se hablaba en las otras Cancillerías. Y escribe mucho sobre asunto jurídicos (las Siete Partidas) y compone cánticos religiosos ( las Cántigas de Santa María). Ya solo por eso, figura con letras de oro en las manuales de Literatura Española del Bachillerato.

Alfonso X fue el hijo primogénito de Fernando III el Santo, el monarca de Castilla que a punto estuvo de concluir la Reconquista a principios del siglo XIII, con la toma de Sevilla. Perdonó Granada a cambio del pago de unos impuestos especiales. Alfonso se crió en Orense, hablando galaíco - portugués. Pasó la adolescencia en la Corte de Toledo, donde devoraba códices. Aunque si tenía que salir a flote por alguna parte el príncipe guerrero, no dudaba en sacarlo. De esta manera, mediante la coacción militar y las ofertas de ayuda conquistó el reino de Murcia a los musulmanes.  En 1249 se casó con la reina Violante que le proporcionó once hijos, así como los cinco hijo bastardos que tuvo con otras damas de la Corte.

La gustaba bailar, jugar al ajedrez y a los dados y reírse con las chanzas del bufón más a mano. Detestaba los aduladores. "Los que dejan a sabiendas al rey equivocarse, reos son de alta traición", llegó a escribir.

Los problemas de Alfonso X nacieron de una de esas ambiciones, de esos sueños que se tragan a los hombres. Salió a recibir una embajada de la República de Pisa. Los pisanos le dijeron que estaban dispuestos a apoyar sus ambiciones al trono del Sacro Imperio Germánico, ya que su madre, Beatriz de Suabia, tenía derechos dinástico para ese trono vacante. Alfonso X se metió de lleno en la compra de votos de los Duques Electores, hizo promesas que no estaba seguro de si podría cumplir llegado el momento, se metió de lleno en las disputas de gibelinos y güelfos en las ciudades estado italianas, y perdió la plaza en manos de Ricardo de Cornualles, que logró gastarse una cantidad mayor de dinero en que los Duques Electores le prefirieran a él. El pleito duró 20 años, arruinó las arcas, y la malquistó con señores y villanos.

Sus últimos años tampoco fueron muy felices. Su primogénito, Fernando de la Cerda, llamado así por el grueso pelo que le crecía en un lunar, murió y hubo que hacer un apaño dinástico. Pretendientes al trono en una familia de diez hijos no faltaban. Prometió el trono a su hijo Sancho y al infante de La Cerda. Desheredó a Sancho, pero al final la situación se le fue de las manos y quedó convertido en un mero títere en manos de sus hijos.

Alfonso X está enterrado en la catedral de Sevilla, aunque sus entrañas y su corazón embalsamados se hallan en la catedral de Murcia.

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