No me gustan las películas de terror, en general. Esta, en concreto está basada en hechos reales acontecidos en la Rumanía rural de 2005. El padre Daniel Peter Coroagenu, la madre superiora del convento de Tanacu y las cuatro monjas que auxiliaron a la pareja citada en el exorcismo de una compañera, Irina Cornici, fueron encarcelados con diversas penas. Coroagenu, a 13 años de cárcel y a expulsión de la Iglesia Ortodoxa, la priora a 8 años, y las cuatro novicias a penas de 5 años. La "endemoniada" resultó ser una enferma esquizofrénica a la que golpearon, privaron de comida y agua "para debilitar al Maligno" y ataron a una cruz durante tres días. Murió de un ataque cardio respiratorio, porque había sido amordazada con una toalla. De ahí el escándalo y las condenas.
Nota.
El hecho de que todos vayamos a morir nos aterra. Si no hay nada al otro lado podemos estar tranquilos, porque sencillamente "no estaremos nunca más". Así que ser ateo puede ser entendido como una manera de enfrentarse a ese miedo y sugerir que si no tenemos el control de lo que dominamos, el mundo de los vivos, lo tendremos gracias al poder de la ciencia.
Pero hay un grupo de personas que está en el otro extremo, el de la superstición. Quieren que Dios y el Diablo combatan en el mundo a través de fuerzas paranormales y que el combate sea efectista. Yo no dudo del mal. Es tan banal que a veces pasa desapercibido y es aceptado. Es tan democrático que ninguno de nosotros tiene las manos limpias. Lo que no tolero es a los que buscan respuestas sobrenaturales propias de la Edad Media cuando tienen recursos científicos del siglo XXI.
En el Más Allá debe haber una línea de sombra, porque para ser bueno hay que asumir y aceptar primero que podemos ser malos. Y cuando digo malos, digo MUY MALOS. Pero la labor de un sacerdote no es hacer milagros espectaculares, ni luchar contra esa clase de MAL. Tiene que dar consuelo y esperanza. Lo demás es jugar a hacer magia.
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