viernes, 20 de julio de 2018

Soldados caninos.

Cientos de mies de perros han sido utilizados en las guerras, como mensajeros, rescatadores e incluso como bombas vivientes. En el centenario del fin de la Primera Guerra Mundial, repasamos la biografía de algunos de estos héroes.

Stubby era un cruce de pitt bull con terrier. Su bautismo de fuego fue en el campo de batalla de Chemin Des Damas el 5 de febrero de 1918. Al olfatear el tufillo del gas letal empezó a ladrar y a corretear por las trincheras mordisqueando los calcetines de los soldados. Estos se despertaron y se pusieron las caretas antigás. Con esta acción preservó la vida de toda su unidad.

Stubby fue el perro más condecorado de la Primera Guerra Mundial y el único ascendido a sargento por méritos en el campo de batalla. Todo un logro para un perro que meses antes era callejero y comía desperdicios. Hasta que fue adoptado por el soldado raso Robert J. Conroy, quiero decir.

Conroy adiestro a Stabby para distinguir los toques de corneta y a saludar como un soldado, levantando la pata a la altura del hocico.

Cuando la unidad a la que pertenecía Conroy se embarcó en el USS Minnesota rumbo a las trincheras francesas, este embarcó de tapadillo a Stubby en las bodegas. Humano y can fueron descubiertos pero el sargento hizo la vista gorda y se rió en privado al ver como Stubby lo saludaba con la pata.

Stubby se ganaba el rancho encontrando los cuerpos todavía calientes de los heridos entre las pilas de cadáveres que provocaban los intentos de asaltar las trincheras alemanas. También inmovilizó a un espía alemán que intentaba infiltrarse en las posiciones estadounidense. Por todas estas hazañas Stabby fue ascendido a sargento. Su cuerpo disecado se encuentra en el Museo Smithsonian.

Satán era un cruce de galgo y collie, reclutado por el Ejército francés. En la Batalla de Verdún (1916) atravesó a toda velocidad la tierra de nadie para llevar un mensaje a un contingente de soldados franceses que estaban siendo atacados por fuego amigo. Los francotiradores hunos le alcanzaron en una pata, pero Satán alcanzó las trincheras francesas.

Los soldados le quitaron la máscara antigás y las alforjas que llevaba, en cuyo interior había dos palomas mensajeras. El Alto Mando conminaba a ese pelotón a defender la posición avanzada y a remitir un mensaje con la posición de la artillería de las Potencias Centrales. El fuego amigo cesó y las baterías hunas saltaron por los aires poco después.

En la Segunda Guerra Mundial el perro británico Rip, por cuyas venas corría sangre de terrier, contribuyó con su olfato a localizar las víctimas de la aviación alemana entre las ruinas de los bombardeos alemanes entre 1940 y 1941. Se le concedió la medalla Dickin por su valentía.

En la tumba de Rip puede leerse :"El perro que yace aquí jugó su papel en la batalla de Inglaterra".

Los noruegos tuvieron a su propio héroe con el san Bernardo Banse, adscrito a la Marina, en el barco Tharadd. Solía hacer una ronda por el puerto para sacar de los bares y los clubs nocturnos a los marineros y llevarlos de vuelta al barco, en el caso de que hubieran bebido un poco de más. Si comenzaba una pelea entre la Policía Militar y los marineros, o entre los marineros, Bunse se interponía colocando una pata en el hombro de uno de los contendientes.

Con el paso del tiempo se convirtió en una especie de símbolo de la libertad de Noruega. Tras su muerte en 1944, 800 niños acompañaron al cuerpo del heroíco perro hasta el lugar en que fue enterrado con honores militares

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