jueves, 13 de febrero de 2020

Las bandas latinas en España.

Llegaron a España hace 20 años. Primero, Latin Kings y Ñetas, bandas que aprovecharon la inmigración ecuatoriana para trasladar aquí su violenta rivalidad. Después, Trinitarios y Dominicans Dont Play, de origen dominicano cuyas reyertas siembran hoy el pánico en algunos barrios de Madrid y Barcelona. De la mao de pandilleros arrepentidos, policías y trabajadores sociales, buceamos en un fenómeno cuyo retrato rara vez se dibuja completo.


"Imagina que tus padres te mirasen fijamente, suspirasen, negasen con la cabeza y se limitasen a decir: "Ojala estuvieras muerto".

No se llama Andrés pero lo llamaremos así. Tiene 32 años. Nació en Guayaquil, llegó a España con 14 años, y durante una década formó parte de una banda latina del centro de Madrid. Durante esa época, Andrés cometió robos con violencia, se pegó con las bandas rivales con machetes y puños. De hecho, dejó en coma a otro adolescente y por esta razón fue encarcelado en Alcalá Meco y Soto del Real. No fue feliz en aquella época. La suya fue una huída hacia adelante dominada por la rabia y el miedo. Tomaba alcohol, marihuana y cocaína mientras se convertía en padre de dos hijos con dos madres diferentes. A Andrés no le xtraña para nada que sus padres le quisieran muerto. En sus momentos de lucidez él se veía muerto a manos de la Policía o de las bandas rivales.

Andrés llegó al mundo de las bandas poco después de que un grupo de Ñetas apuñalasen hasta la muerte al estudiante Ronnie Tapias, al confundirle con un Latín King. Los españoles descubrían por los noticieron una realidad que ya estaba entre ellos desde hacía cuatro años.

Las primeras noticias que tiene la Policía acerca de los Latín Kings es la organización de la primera célula en Galapagar (Madrid). Luego aparecieron los Ñetas y ya en pleno siglo XXI los DDP y los Trinitarios. En 20 años acumlan una docena de muertos e incontables reyertas con machetes, cuchillos, palos e incluso alguna rara y ocasional pistola.

El inventario de actividades ilegales de estos grupos incluye robos con violencia, atracos, menudeo de drogas y algún intento - abortado a tiempo- de narcotráfico a pequeña escala.

En 2000 entre los cuatro grupos criminales sumaban 800 miembros. La represión policial, las detenciones y todo lo demás los han reducido a 300 miembros. En 2014 la Jefatura de Información de la Guardia Civil abortó la llegada de la mara salvadoreña Salvatrucha, más violenta que todas las anteriores.

La última vez que las bandas latinas aparecieron por televisión fue en 2016 cuando un Trinitario murió apuñalado en la Puerta del Sol, en pleno centro de Madrid. Desde entonces la consigna policial para los medios de comunicación es no informar y dejar que el fenómeno pierda atractivo para unos jóvenes desestructurados que ya no lo tendrán como referente.

MARÍA, 23 AÑOS.

Cuando vivíamos en Santo Domingo, mi madre ordenó la muerte de mi padre. Lo culpaba de la muerte de un hermano pequeño mío, pero en realidad es mucho más complicado que eso. Mi padre la pegaba.

Cuando vinimos a Madrid mi madre trabajaba todo el día y apenas la veía. En el colegio era la única negra y sufría acoso escolar. Mis notas tampoco eran las mejores.

A los 13 años conocí a un Trinitario de 16. Yo no era nada sola pero con el grupo me sentía poderosa. Luego él empezó a pegarme y no sé por que´, quizá porque lo había visto en casa demasiadas veces, o porque creía que me ganaba los golpes, no me resistí.

A los 14 años me quedé embarazada y aborté con un remedio casero que me recomendaron. Fue una experiencia atroz. Ver el feto mierto, de escasas semanas, y tener que deshacerme de él, rompió algo en mí. Pensé: "Voy a ser una chica mala". Y empecé a fumar hierba, a esnifar cocaína y a faltar a clase.

Y me ví envuelta en palizas. Iba con los Trinitarios cuando un señor me piropeó de una forma desagradable. Le dimos tal paliza que quedó tendido en el suelo.

Pensé que no viviría para cumplir los 30, pero recibí ayuda desinteresada de los voluntarios del Centro Cristiano, y ahora sé lo que quiero hacer con mi vida. Actualmente trabajo en un burguer y limpio casas.

Kevin, 33 años.

He estado preso en Alcalá Meco, Soto del Real, Aranjuez y Badajoz, pero cuando vine a España con 15 años soñaba con ser arquitecto... Ni siquiera había plata en casa para pagar la matrícula del Instituto. Empecé a jugar al futbol con unos Latín Kings, y una noche me presentaron a sus jefes. Los vi en un reservado de una discoteca rodeados de chicas, vestidos de negro y con cadenas de oro. Les pregunté qué tenía que hacer para ser como ellos.

"Para entrar tienes que matar a un Ñeta", me dijeron. Fumé con ellos marihuana y esnifé cocaína. Ataqué al Ñeta con un cuchillo jamonero comprado en un bazar chino. Lo mandé el Hospital pero por suerte no lo maté. Sirvió.

Por supuesto, esos líderes me enseñaron a usar armas blancas con eficacia. Tenía que girar la muñeca para que el rival se desangrase rápidamente. En 12 años no maté a nadie pese a las presiones que recibíamos por parte de los jefes. Un día un Ñeta me hizo un corte importante en la muñeca con una botella rota. Quise vengarme de todos ellos. Cuando la rabia me dejaba pensar lo hacía en las posibles represalias. Me volví paranoico. No disfruté de esos años. Dudo que nadie lo pase bien con ese estilo de vida.

Recuerdo sobre todo los castigos, como el famoso "minuto de pared" en el que recibíamos patadas y trompadas de todos los demás por no hacer lo que los jefecillos querían. 

1 comentario:

  1. Luis Manteiga Pousa20 de enero de 2023, 12:56

    El cáncer de las bandas latinas hay que extirparlo de raíz ya. Aunque con la lamentable Ley del Menor que tenemos poco se puede hacer. Ley lamentable aunque sus defensores la adornen con fotos bucólicas de menores.

    ResponderEliminar

Oymyakon. El lugar poblado más frío del planeta.

  ¿Cuánto frío es capaz de soportar indefinidamente un ser humano? Los expertos de la NASA estipularon que los asentamientos permanentes pod...