A sus 98, Schönbedk le contó el año pasado al reportero de National Geographic Andrew Curry que debía tener un ejército de ángeles de la guardia encargados de velar por su seguridad. De lo contrario, no entendía cómo había llegado a ser casi centenario. Este antiguo oficial de una unidad Panzer fue una de las escasas personas de la Werhmatch que sobreviveron a la batalla de Stalingrado y a la conspiración para matar a Hitler, de la que tuvo un vago conocimiento.
Destinado a un regimiento de Panzers alemanes en 1940 fue destinado al Frente del Este. En ocho ocasiones su Panzer quedó destrozado, pero gracias a su valor y sangre fría a la hora de tomar decisiones, fue ascendido una y otra vez. Aún no había cumplido los 20 años cuando su división acorazada recibió la orden de sumarse al esfuerzo por tomar una pequeña ciudad industrial alemana llamada Stalingrado durante el verano de 1942.
La posición quedó copada en noviembre de esa año. Los hombres de Hans-Erdman tuvieron que desalojar a civiles rusos de sus casas para poder usar como combustible para las estufas la madera de sus casas y dormir sobre cartones. La comunicación con el exterior y la comida empezaron a escasear. Hans se convirtió en un esqueleto andante de 45 kilos de peso.
Los hombres maldecían a Hitler por haberlos abandonado y por no negociar una solución. Hans-Erdman tendría que haberlos ejecutado por ello. Era lo que se solía hacer, pero estaba de acuerdo y miraba para otro lado cuando escuchaba palabras sediciosas.
El 19 de enero de 1943 fue herido en los pulmones por metralla rusa y uno de sus hombros quedó destrozado por la misma. Fue trasladado fuera de la bolsa por uno de los últimos aviones que salieron del aeropuerto de Pitonnick, que sería tomado el 23 de enero.
A finales de 1943 Hans- Erdman es miembro de una unidad de Inteligencia, encargado de guiar el séquito del Fuhrer por las calles de Breslavia ( actual Wroclaw). Tenía que abrir la puerta de su coche y saludarlo marcialmente. Por un momento pensó en coger su pistola y volarle la cabeza por su responsabilidad en el infierno de Stalingrado, pero pensó en que él no lo disfrutaría si lo ejecutaban y que su familia correría la misma suerte, y lo dejó estar.
Uno de sus superiores lo llamó a su despacho y le preguntó: "Si pasase algo gordo, ¿podemos contar con su lealtad?". En el ambiente enrarecido de los cuarteles de Inteligencia de la Alemania nazi nunca se podía saber en quien confiar, por lo que Hans- Erdman contestó que sí. Luego supo que toda su unidad estaba implicada en la conspitación de Olbritch, Stauffemberg y Von Treckow para poner una bomba en el despacho de Hitler. Y que su compañero de litera guardaba parte de los explosivos en la habitación de ambos. Fue uno de los primeros en ser ahorcado.
Después de la Guerra Schönbeck trabajó como ejecutivo en el sector de la automoción. Durante los 80 fue presidente de la Asociación Alemana Automovilística. ""Sobreviví.- resume este antiguo oficial alemán.- No estaba dispuesto a malbaratarlo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario