30 de enero de 1703. Hace poco más de un siglo que los habitantes de Edo viven en una apacible tranquilidad después de las guerras civiles que sacudieron Japón durante el siglo XVI. Pero hoy se rumorea que 47 ronin del clan Asano, caído en desgracia, han asaltado la mansión del chambelán imperial Kira Yoshishisa, y lehan dado muerte cuando se ha negado a defender su vida. También han pagado con sus vidas a 17 inocentes criados que defendieron la vida de su señor sin tener ninguna oportunidad ante unos samurais entrenados.
No se saben las razones concretas por las que Naganori, señor de la casa de Asano se deshonró desenvainando una espada corta (wakizhasi) para agredir por las espalda a un desprevenido chambelán cuya misión era adiestrarle en los rituales confucianos que tenía que ejecutar en la Corte. Solo se sabe que no hubo un enfrentamiento previo, que Yoshishisa no tuvo la oportunidad de contestar a la agresión de forma adecuada, y que desenvainar un arma en el Palacio del Shogún estaba castigado con la pena capital.
Asano era arrestado pocos minutos después y puesto bajo custodia en la mansión del daimyo Tomura Takeaki, en espera de la decisión del shogún. Cuatro horas después.se decretó que Asano había deshonrado la hospitalidad del shogún y que debía cometer sepukku, es decir suicidio ritual.
Los 270 samuraís del séquito de Asano, repartidos entre el feudo de Ako y Edo, la capital, se vieron ante la terrible perspectiva de convertirse en ronin, guerreros sin señor, que acababan mendigando o asaltando a los viajeros para sobrevivir. 47 de ellos, tras una discusión, decidieron responsabilizar a Yoshishisa en lugar del comportamiento irrespetuoso e impulsivo de su señor con un superior, y planearon su venganza.
Uno de ellos se casó con la hija de un arquitecto para obtener los planos de la mansión del chambelán imperiaal. El chambelán del clan Asano, Oishi Kuranosuke, jugaba al despiste bebiendo demasiado, gastando sus ahorros en las oirán, las prostitutas japonesas, y cometiendo excesos. Pero los historiadores actuales dicen que sin un señor que lo controlase y sin unas apariencias que guardar Kuranosuke simplemente se comportó como le habría gustado de no ser samurai.
La noche del 30 de enero los ronin se colaron en la mansión de Yoshishisa, mataron a los criados para que no dieran la voz de alarma y asesinaron al chambelán imperial, escondido en un almacén de carbón, tras ofrecerle defender en un duelo a espada.
Consumada la venganza los 47 ronin desfilaron en formación hasta el templo de Sengakuji, donde estaba enterrado su señor, y depositaron la cabeza decapitada del chambelán sobre la tumba.
Las autoridades ordenaron a los ronin homicidas que se hicieran sepukku aunque como homenaje a su fidelidad les permitieron reposar en la misma tierra que Asano Naganori. La matanza también sirvió para que se restaurara el feudo en manos de Asano Nagahiro, el hermano del señor feudal caido en desgracio y recuperasen su puesto los ronin que no habían participado en la conspiración.
Los japoneses admiran a estos bushi por haber llevado al extremo los valores en los que se les había educado, aunque en una sociedad en paz eran atávicos y obsoletos, pero no dejan de recordar que cometieron un crimen y que fueron condenados a muerte por ello, ya que existía una administración estatal en Japón para tramitar estos asuntos de la que los 47 ronin pasaron.

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