Hans está de pie entre los escombros con unos prismáticos. Otea el cielo con atención. Cuando ve las siluetas de los aviones norteamericanos grita ante sus conciudadanos arremolinados ante un centro de reparto de alimentos de Berlín Occidental: "Ya vienen". Esos aviones son los primeros de unos centenares diarios que van a hacer posible frustrar las intenciones de hegemonía de Stalin sobre Europa. Sin tanques, sin bombas, los estadounidenses van a hacerle frente. Los aviones traen suministros médicos, carbón, alimentos y chocolatinas para subir la moral de los niños berlineses. Y de sus atribulados padres.
Es 1948. La guera había terminado hacía tres años, pero la antigua capital del Reich seguía siendo un montç´ón de ruinas. Un tercio de sus cuatro millones de habitantes había huído o había perdido la vida durante los bombardeos aliados o por las represalias de los propios nazis, incapaces de encajar la mas que lógica derrota; terminada la guerra varias decenas de miles más habían falllecido de hambre y frió en el terrible invierno de 1946-1947. Los servicios básicos apenas funcionaban. Los únicos que comían con cierta regularidad eran los tratantes del mercado negro.
Para terminar de encajar la confusión de la posguerra alemana, Berlín había sido repartido en cuatro partes entre los vencedores aliados. El este estaba administrado por los soviéticos mientras que los franceses, los británicos y los norteamericanos controlaban el oeste. Y eso a pesar de que Berlín, por derecho de conquista, pertenecía a la administración soviética. Stalin pensó que si enrarecía el ambiente en la capital elrsto de las potencias vencedoras abandonarían su tutelaje y Alemania entera caería bajo el control de los soviéticos. Luego... Si ya hubo una guerra total, bien pueden estallar dos.
Cuando los aliados decidieron introducir en sus respectivas zonas una moneda fuerte a fin de sanear la economía occidental, Stalin ordenó cerrar los check point que regulaban el paso de las zonas occidentales a las orientales para personas mercancías y abastecimiento energético. Las reservas de carbón era para 45 días y las de alimentos para 45. Era el 24 de junio de 1948.
Forzar los pasos fronterizos con vituallas y carbón por tierra escoltados por tanques podría verse como la provocación para iniciar otra guerra que Stalin tanto deseaba. La solució era el puente aéreo. Los expertos de Intendencia del Bloque Capitalista calcularon que los dos millones de berlineses bajo tutela soviética necesitaban 1.500 toneladas diarias de alimetos y 3.000 de carbón... al día. Truman dio luz verde al proyecto y los británicos se sumaron.
El 25 de julio los aviones de transporte C-47 aterrizaron llevando 80 toneladas de carga. La segunda semana se llegó a las 1.000 toneladas diarias. A mediadosde agosto aterrizaban 700 aviones del Bloque Occidental llevando cerca de 4.500 toneladas diarias. A pesar de que Stalin pensaba quie los berlinenses optarían por la solución fácil y solicitarían a los soviéticos calefacción y trigo a través del COMECOM los dos millones de berlineses bajo tutela rusa apostaron por el puente aéreo. Además el invierno de 1949 fue suave.
Cuando legó la primavera de 1949 era evidente el fracaso del bloqueo. Con un avión aterrizando cada 30 segundos, la ciudad no solo no estaba famélica, sino que estaba mejor abastecida que antes del cierre de los check points. El 12de mayo los soviéticos restablecieron el suministro eléctrico. En paralelo, la economía occidental cogía impulso - el llamado milagro alemán- mientras que los países y las zonas de Alemania controladas desde Moscú veían como su economía se estancaba. La Guerra Fría había empezado.

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