Luís XVI y María Antonieta tardaron siete años en consumar el matrimonio. Y no fue por falta de intentos. El tema se convirtió en asunto de Estado, en problema internacional y en el chascarrillo de todo París. Un drama nada íntimo que terminó determinando la Historia.
Los nobles se inclinan a medida que los recién casados príncipes se acercan a la alcoba real. El rey de Francia le entrega el camisón al Delfín; la dama de mayor rango, la duquesa de Chartres, la entrega el suyo a Maria Antonieta. El arzobispo de Reims bendice el lecho nupcial con una aspersión sobre él de agua bendita. Los cortesanos se retiran para dar intimidad a la nueva pareja. Los principes empiezan a desvestirse, y... tatara-chán, no hay sexo. No habrá sexo durante los próximos siete años.
"Esos siete años de fracaso determinan espiritualmente el carácter del rey y de la reina y tienen consecuencias políticas (...). El destino de un matrimonio se une aquí al destino del mundo", dice Stefan Zweig en su biografía MARÍA ANTONIETA ( Acantilado).
La impotencia de Luís divierte a los cortesanos; preocupa a la emperatriz de Austria ( madre de María Antonieta); hace frotarse las manos a Federico de Prusia, rival de los Borbones y los Habsburgo; y hace tambalear la monarquía francesa.
María Antonieta escribe a su madre sobre su nula vida sexual. María Teresa de Austria ha alumbrado 16 hijos. Le recomienda caricias, pero con moderación, "porque demasiado entusiasmo lo estropearía todo".
A los dos años de la boda real Luís intenta cumplir con la parte carnal de su deber real pero algo le impide la penetración. María Teresa de Austria manda a su médico a París. "Si una muchacha de tal encanto no logra inflamar al Delfín, cualquier remedio carece de efecto".
Luís XV, coleccionista de amantes y abuelo del Delfín, habla seriamente con su nieto, y envía a Lassone, médico de cámara francés. Lassone diagnostica fimosis. Para entonces la fracasada vida sexual del Delfín ya es asunto de Estado.
El conde de Aranda embajador español, sobornó a los lacayos para que examinaran las sábanas en busca de algún indicio de actividad sexual. Porque Luís intenta penetrar una y otra vez a María Antonieta. Pero no consuma el orgasmo.
"El frenillo sujeta tanto al prepucio que no cede a la introducción y causa un dolor vivo en él,por el cual se retrae su Majestad del impulso que conviniera", dice el informe del conde de Aranda a Carlos III de Borbón, rey de España.
La reina, que no puede calmar las tensiones protocolarias mediante el sexo legítimo con su marido, vive "en una furia hedonista, convulsiva, enfermiza, y percibida por toda la corte momo escandalosa". Esto lo dice Stefan Zweig.
Los nobles inventan lances amorosos con amantes masculinos y femeninos para María Antonieta, la convierten en la reina lasviva que jamás fue. Los franceses leen panfletos, cantan canciones de taberna y lo convierten en un rechazo visceral ante "la austriaca". Es el combustible para la Revolución que segará la vida de María Antonieta.
Los médicos presionan a Luís XVI para que se opere pero el rey duda. Es un hombre débil, pusilánime, que empieza a perder el control de su propia Corte y no hace respetar los derechos de su esposa. María Antonieta empieza a referirse a él como "ese pobre hombre".
El "pobre hombre" intenta volver a que le respeten sus cortesanos cazando jabalíes, y haciendo labores de forja en una fragua que ha hecho instalar en la Corte. Pero el resultado es peor porque le permite a su mujer todos los caprichos y no castiga a los autores de libelos escandalosos. María Antonieta gasta sin medida.
María Teresa de Austria recibe informes de las extravagancias de su hija y le reconviene por carta: "Un día te darás cuenta, pero será demasiado tarde. Espero no tener que ver ese momento, y ruego a Dios que ponga fin a mis días los antes posible,porque no podría soportar perder a mi niña".
Dios fue misericordioso con María Teresa porque se la llevó en 1780, 13 años antes de la ejecución de su miña. Pero logró ver la solución al problema de la impotencia de Luís XVI y supo del nacimiento de su mieta, María Teresa.
La emperatriz de Austria decidió enviar a París a su hijo y corregente, José II, para darle un ultimatúm a Luís XVI. El rey de Francia se operó de la dichosa fimosis. Pero luego comprobó que la educación sexual de la pareja dejaba mucho que desear. Luís introducía el pene en la vagina de María Antonia durante dos minutos, sin estimularlo mediante el frotamiento. Lo retiraba sin derramarse. Esto se lo describió por carta José II a su hermano Leopoldo. "Además mi hermana es bastante tranquila y juntos son incompetentes".
José dio consejos a su cuñado y salvó ese matrimonio. La pareja tuvo cuatro hijos, pero el hecho de que el rey de Francia no hiciera prevalecer sus criterios sobre los de su esposa, y el ambiente de despilfarro y disipación que reinaban en la Corte, sin que nadie, y mucho menos Luís XVI, pusieran freno, escandalizaron al Kaíser de Austria. "La revolución será cruel", llegó a escribir a Leopoldo. Acertó. La revolución francesa estalló en 1789. Luís fue decapitado en enero de 1793. María Antonieta, en octubre del mismo año.

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