El sexo se ha utilizado desde siempre como arma en el mundo del espionaje. La agencia de Inteligencia que más pronto comprendió que era una perdida de tiempo chantajear a los altos funcionarios del bloque capitalista fue la Stasi. Esta agencia, dirigida por Markus Wolf durante casi toda su existencia, contaba con la Administración de Reconocimiento, que operaba en la Alemania Federal. Los de la HVA (sus siglas en alemán) sabían que podían seducir a las telefonistas y secretarias de esos altos cargos, muy cualificadas, mal pagadas, solteras o atrapadas en matrimonios sin amor.
Los agentes Romeo tenían éxito, no por ser guapos, sino por su inteligencia emocional, por detectar los huecos sin saciar de esas mujeres y rellenarlos gracias a su inteligencia emocional. En la década de 1980, cuarenta de estos agentes estaban emparejados con burócratas de Alemania Occidental y apuntaban las confidencias que estas les hacían sobre su trabajo entre una sesión de sexo y una cena romántica. El historiador alemán Gunnar Take, de la Universidad de Sttutgart, ha identificado a los dos agentes Romeo que Wolf envió a Bonn a mediados de los cincuenta, incluso antes de que existiera el Muro de Berlín.
Albert Weissbach fue enviado a Bonn en 1953, a los 30años. Había sido capturado durante la Segunda Guerra Mundial y enviado a una "escuela de formación antifascista", tras su paso como prisionera de un campamento de trabajos forzados en los Urales.
En Bonn, el canciller Konrad Adenauer estaba reconstruyendo su parte de Alemania, en parte apoyado por antiguos funcionarios nazis, que buscaban de esta manera blanquear su pasado. La Cancillería de la RFA era un objetvo muy goloso por su actividad política, diplomática y militar, pero era muy difícil infiltrarse en ella. Weisbach tardó dos años en hacerlo.
La Julietta de Weissbach se llamaba Erna Knaupmeier. Era telefinosta en la Cancillería así que escuchaba muchas conversaciones de altos cargos. Weissbach se hizo pasar por un vendedor de artículos de peluquería y utensilios de cocina. Era era una madre viuda con un hijo adolescente que terminaría diciendo a Take que el agente de la HVA se convirtió en un segundo padre para él en los siete años que duró la relación.
Knauomeier se enamoró perdidademente de su Julieta, tanto es así que cuando sus superiores recibieron el soplo de que iba a se desenmascarado y capturado por la autoridades de la RFA, este le pidió que le acompañase al otro lado del Muro de Berlín, sin decirle que se trataba de un espía, algo a lo que ella se negó.
Knaumeier informó a sus superiores de la "desaparición" de su novio pero ni tan siqiera fue amonestada y no se tomaron medidas contra posibles acciones de Weissbach. La mujer dejó la Cancillería y puso un negocio de venta de ropa.
Más letal para la RFA fue la acción de la relación Herbert Söhler y Margarete Breitbach.
Söhler se hacía pasar por un gestor inmobiliario y Margarete era la secretaria de Hans Kilb, un abogado que hacía los trabajos sucios en las cloacas del poder para el cánciller Konrad Adenauer. Gracias a ella Söhler pudo saber de una trama sucia de espionaje y hostigamiento contra los opositores del Canciller por parte del jefe de su gabinete y su jefe de Inteligencia. Oro puro. Pero por razones internas, este informe, que es el único éxito real de los agentes Romeo, jamás llegó a manos de Marcus Wolf ni se le sacó el menor provecho.
Söhler, al igual que Weissbach, fue reclutado entre los prisioneros de guerra alemanes del frente ruso por la KGB y adoctrinado. Como nazi con carnet, fue apartado de todos los cargos importantes por los suyos al saberse su terrible secreto: era un pedófilo que se acostaba con una adolescente de 15 años.
Herber Söhler enfermaría de neumonía en 1958 e informaría a sus superiores de que ya no le eraposible seguir como agente activo. Le confesó la verdad a Margarete, que siguió pasando informes acerca de Hans Kilb a drede y se casó con él. Dejó la Cancillería poco después.
A mediados de los 1970 ochenta agenttes Romeo se acostaban con el mismo número de Juliettas yobtenían información a través de ellas pero ninguno obtuvo datos que fueran determinantes para ganar la Guerra Fría.
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