domingo, 10 de marzo de 2024

La guillotina cambió la moda.

 


Antes de la convocatoria de los Estados Generales, los burgueses y los aristócratas lucían pelucas encopetadas que a veces tenían que ser preparadas durante horas. Por no hablar del mantenimiento. Pero Sanson, el verdugo a cargo de la guillotina, empezó a cortar el peló de la nuca de los condenados a pena capital por detrás para facilitar un buen corte a su máquina y una muerte rápida a sus clientes, sin que se enredara la cuchilla en frondosas cabelleras, por lo que se puso de moda el pelo corto.

El 30 de mayo de 1791, para conmemorar el decimotercero aniversario de la muerte de Voltaire, se estrena una obra llamada BRUTUS en París. El actor François Joseph Talma interpreta al padre del protagonista Tito Junio Bruto vestido con túnica, toga y con un corte de pelo a la romana que hizo furor entre los espectadores. Se llamó "peinado a lo Tito".

Una tercera teoría sobre el corte de pelo deciochesco es que la harina estaba gravada con altos impuestos y ahora se utilizaba sobre todo para hacer pan para las hambrientas masas por lo que no había harina para hacer los polvos con los que se conservaban limpias las pelucas.

Con la victoria girondina tras los años del Terror, se organizaban fiestas temáticas donde se homenajeaba a los correligionarios capturados y ejecutados por los jacobinos. Las mujeres asistían a esos bailes con unas gargantillas demasiado ajustadas que recordaban el corte de la cuchilla de la guillotina... y el pelo muy corto.

Se prohibieron los corsés, encajes, terciopelos y otras telas caras en los vestidos femeninos. Solo estaba bien visto que se maquillaran con polovos para palidecer la piel los prostitutos. Los hombres llevaban sencillas casacas de algodón y lino y chalecos de rayas. Los sans culottes llevaban pantalones de rayas como los de las marineros, de tela barata y zuecos. Las mujeres llevaban camisolas de muselina que recordaban a túnicas y enaguas. Un recuerdo que recordaba a las mujeres de la República romana, a las que se quería emular.

Estos peinados y modas duraron hasta la Restauración borbónica en 1815 cuando los peinados se volvieron más sofisticados para las aristócratas y las burguesas.




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