viernes, 8 de marzo de 2024

Poulain de La Barre, el sacerdote feminista del siglo XVII.


 "Todo lo que ha sido escrito sobre las mujeres por los hombres debe ser puesto en cuestión, pues ellos son juez y parte". Esto no lo escriba una pensadora, ni siquiera una mujer sino un sacerdote católico francés, François Poulain de La Barre. Publicó tras ensayos en defensa de los derechos de las mujeres. SOBRE LA IGUALDAD DE LOS SEXOS. DISCURSO FÍSICO Y MORAL DONDE SE VE LA IMPORTANCIA DE DESHACERSE DE LOS PREJUICIOS (1673); SOBRE LA EDUCACIÓN DE LAS MUJERES PARA LA CONDUCTA DEL ESPÍRITU EN LAS CIENCIAS Y LAS COSTUMBRES (1674) y SOBRE LA EXCELENCIA DE LOS HOMBRES. CONTRA LA IGUALDAD DE LOS SEXOS (1675). Este último título puede ser chocante pero en realidad es una sátira.

De La Barre defiende en su obra que el sometimiento y la desigualdad de las mujeres no obedece a ninguna ley matural de inferioridad biológica, sino que se construye a base de prejuicios. "Todas las leyes parecen haber sido hechas únicamente para mantener a los hombres en posiciones de privilegio", escribe. "La diferencia de los sexos no concierne mas que al cuerpo, pues sólo él tiene que ver con la reproducción;la inteligencia no hace mas que dar su consentimiento, y lo hace en todas las personas del mismo modo,por lo que hay que concluir que no tiene sexo"

De La Barre recomienda cultivarse para salir del sometimiento, lo cual es un debate de candente actualidad en los saloes del siglo XVII de París. La alfabetización de las mujeres de las clases medias y altas ya era un hecho. Durante el siglo XVI, el propio Lutero había prometido a su esposa, la monja exclaustrada Catalina Von Bora una recompensa si terminaba de leer la Biblia. No obstante, a las mujeres se les impide participar en los debates científicos y participar como creadoras de productos culturales. No obstante en el París del siglo XVII surge un movimiento contestatario femenino que reclama su lugar en los lugares donde se está cociendo la revolución científica: son las llamadas preciosas. Estas mujeres llegaban a cuestionar la autoridad de los maridos.

El preciosismo surge como una respuesta culta a las formas ordinarias de la corte de Enrique IV, quien con su "París bien vale una misa, su conversión al catolicismo y el Edicto de Nantes, que pone fin a las persecuciones religiosas ha puesto fin a una época. Las preciosas son protoilustradas, se mueven con soltura por los salones, y participan activamente en la querella de las mujeres, es decir, siguen con la lucha feminista allá donde la dejó Pizán a  finales de la Edad Media.

Las preciosas reciben el desprecio de los hombres,y las sátiras de los intelectuales, entre ellos Moliére, que les dedica una obra bufa en 1672, donde las muertra como afectadas, pedantes y consumidas por la arrogancia a las mujeres interesadas más en la ciencia y la filosofía que por los vestidos y las intrigas sexuales de la corte de Luís XIV.

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