jueves, 2 de octubre de 2025

Apodeifis de San Sergio y San Baco. ¿Dos santos LGTB en la Iglesia Católica?

 


San Sergio y san Baco son dos figuras muy singulares de la antigüedad cristiana. Eran soldados romanos de alto rango que sirvieron bajo el emperador Maximiano (fines del siglo III – principios del IV). Ambos gozaban de prestigio en la corte hasta que se descubrió que eran cristianos, algo gravísimo en tiempos en que la religión imperial era el culto a los dioses romanos y, en especial, al emperador.

Según las Actas de su martirio (un texto hagiográfico del siglo V, no estrictamente histórico pero muy influyente), se negaron a ofrecer sacrificios a Júpiter. Eso bastó para acusarlos de traición y de impiedad, pues el cristianismo era visto como una religión clandestina y peligrosa para la unidad del imperio. El emperador los hizo desfilar públicamente vestidos con ropas femeninas como forma de humillación. Después fueron torturados: Baco fue golpeado con varas hasta morir; Sergio, obligado a marchar largas distancias con botas de hierro que tenían clavos en la planta, hasta que finalmente fue decapitado en Siria. El responsable, en la tradición, sería Maximiano, aunque la historicidad de su implicación directa es discutida.

En cuanto a su relación personal, desde la Antigüedad han sido venerados como syneisactoi, es decir, compañeros inseparables. Una antigua liturgia griega los conmemora como “hermanos en la fe y en la vida”. Algunos autores modernos han sugerido que pudieron ser amantes y que representaban un ejemplo de unión homoerótica santificada, sobre todo porque en algunas versiones de su passio se describe a Sergio con dolor amoroso ante la muerte de Baco, como si fueran esposos. Sin embargo, la Iglesia nunca los presentó oficialmente como pareja homosexual; esa lectura es más bien una relectura contemporánea a partir de la estrecha intimidad que muestran los relatos.

Respecto a otros santos, la tradición cristiana oficial no reconoce a ninguno explícitamente como homosexual. Sin embargo, hay figuras cuyas vidas han sido objeto de debate por su afectividad intensa hacia personas del mismo sexo. En la mística femenina, por ejemplo, algunas santas expresan un lenguaje erótico hacia Cristo o hacia otras mujeres, aunque dentro de un marco espiritual.

El caso de Benedetta Carlini, abadesa de Pescia en la Toscana del siglo XVII, es distinto. Ella no es santa ni beata; fue procesada por la Inquisición tras saberse que mantenía una relación erótica con otra monja, Sor Bartolomea. Al mismo tiempo, decía tener visiones y experiencias místicas en las que Cristo se le aparecía. La Iglesia la consideró impostora y pecadora, y fue confinada a un convento en aislamiento durante más de 30 años, hasta su muerte. En tiempos recientes, su historia ha suscitado interés como ejemplo de una mujer lesbiana en un contexto religioso que la reprimió con dureza.

Por último, el término “apodeífis” o “apodíphasis” parece que en realidad alude a apódeixis (del griego ἀπόδειξις), que significa “demostración, prueba, manifestación”. En la literatura hagiográfica podía usarse para describir una revelación o una confirmación milagrosa. No obstante, necesitaría el contexto exacto en el que lo encontraste, porque es un término que ha circulado con grafías erróneas.

¿Quieres que te prepare un relato continuo, como una pequeña narración histórica, de Sergio y Baco, incluyendo tanto lo que dice la tradición como lo que los historiadores actuales matizan?

Tú dijiste:
En un artículo sobre relaciones amorosas de una revista de Historia aparecían San Sergio y San Baco como amantes y la apodeifis como una especie de matrimonio homosexual.
ChatGPT Plus

¡Claro! Entiendo mejor de dónde viene la confusión.

En los estudios modernos sobre san Sergio y san Baco, muchos historiadores de las religiones y teólogos críticos han señalado que existe un ritual antiguo llamado adelphopoiesis (en griego ἀδελφοποίησις, literalmente “hermanamiento” o “hacer hermanos”), que algunos traducen o interpretan como una especie de “unión sagrada” entre dos hombres.

Este rito aparece en manuscritos bizantinos y consistía en una ceremonia litúrgica, celebrada en iglesias, en la que dos personas del mismo sexo eran unidas mediante oraciones, intercambio de besos, velas, y la recepción conjunta de la Eucaristía. El objetivo oficial era sellar una hermandad espiritual, un vínculo de amistad sacralizada con deberes de apoyo mutuo y herencia.

El historiador John Boswell, en su célebre obra Same-Sex Unions in Premodern Europe (1994), defendió la hipótesis de que este ritual funcionaba como un matrimonio homosexual cristiano. Para ilustrarlo, Boswell puso como ejemplo la veneración conjunta de san Sergio y san Baco, cuya passio resalta tanto su intimidad que parecen encajar como patronos de este tipo de unión.

Sin embargo, la mayoría de los especialistas actuales es más cauta: reconocen que la adelphopoiesis existió, pero discuten si era realmente equivalente a un matrimonio erótico o más bien una “fraternización jurada” —un lazo de parentesco espiritual útil, por ejemplo, en sociedades donde las alianzas personales eran fundamentales. Lo cierto es que la línea entre amistad íntima y amor puede ser difusa en la antigüedad, y la passio de Sergio y Baco deja entrever un afecto fuera de lo común.

Es probable que en el artículo que leíste apareciera “apodeifis” como una deformación o mala transcripción de adelphopoiesis.

Resumiendo:

  • San Sergio y San Baco fueron mártires cristianos del siglo IV, ejecutados por negarse a sacrificar a los dioses paganos.

  • La tradición los presenta como compañeros inseparables; algunos los consideran símbolos de amor entre hombres.

  • El rito de adelphopoiesis pudo haber sido una especie de “hermandad litúrgica”, que Boswell y otros han interpretado como un antecedente de matrimonios homosexuales cristianos.

  • La palabra que viste (“apodeifis”) seguramente es una variante o error al citar adelphopoiesis.

¿Quieres que te explique cómo era exactamente esa liturgia de adelphopoiesis según los manuscritos bizantinos, para ver por qué se interpreta como unión casi conyugal?

Tú dijiste:
Sí, por favor.
ChatGPT Plus

Perfecto, te cuento con cierto detalle cómo era ese rito de adelphopoiesis, tal como aparece en los manuscritos bizantinos (siglos IX-XV).

El nombre significa literalmente “hacer hermanos” (adelphós = hermano, poiein = hacer). Era un ritual oficial, recogido en algunos euchología (libros de oraciones litúrgicas), y se realizaba dentro de las iglesias, ante el altar, en presencia de un sacerdote.

La estructura de la ceremonia, según las fórmulas conservadas, se parecía bastante a un matrimonio religioso:

  • Los dos hombres (a veces aparecen también ejemplos de mujeres) se presentaban juntos en el templo.

  • Se rezaban letanías y oraciones especiales, invocando a santos compañeros y mártires (como Sergio y Baco, Cosme y Damián, etc.).

  • Se les ataban las manos derechas con un velo o un cíngulo, como símbolo de unión.

  • Se leía un pasaje del Evangelio sobre el amor mutuo y la unidad en Cristo.

  • Recibían una bendición sobre una copa de vino, de la que ambos bebían, y en ocasiones participaban juntos en la Eucaristía.

  • El rito concluía con un beso litúrgico entre los dos, sellando así la nueva relación.

El contenido de las oraciones pedía a Dios que les concediera “amor mutuo”, que estuvieran “unidos no en división”, que se cuidaran uno al otro en la vida, y que “no les separe el enemigo”. También se mencionaban obligaciones típicas de parientes: heredar, compartir bienes, sostenerse en la enfermedad y la vejez.

John Boswell, al estudiar estos textos, interpretó que se trataba de una especie de “matrimonio homosexual” cristiano anterior a la condena medieval explícita de estas prácticas. Para él, la estructura (altar, velos, manos unidas, beso, copa compartida) era tan parecida a un matrimonio que la diferencia residía solo en el género de los participantes.

Otros historiadores responden que, aunque el ritual tenía formas conyugales, su finalidad no era erótica sino sociopolítica y espiritual: crear parentescos ficticios que fortalecieran alianzas en sociedades donde la familia y los lazos de sangre eran fundamentales. Algo parecido a los “hermanamientos de armas” en Occidente.

De todos modos, lo cierto es que el lenguaje es amoroso, la liturgia está solemnizada en la iglesia, y la conmemoración de santos compañeros refuerza la idea de que estos vínculos podían vivirse como auténticas parejas, incluso si la Iglesia no los definió como tales.

¿Quieres que te cite textualmente algún fragmento de esas oraciones para que veas el tono con que se expresaban?

Tú dijiste:
Me gustaría una versión en forma de relato de esta unión de san Sergio y San Baco.
ChatGPT Plus

Muy bien, te preparo una narración fluida, a medio camino entre la historia y la evocación literaria, para que se aprecie cómo pudo vivirse la unión de Sergio y Baco en clave de adelphopoiesis.


En los confines del Imperio romano, cuando la fe cristiana aún se propagaba en secreto, dos soldados brillaban en la corte del emperador Maximiano: Sergio y Baco. No eran solo compañeros de armas; la tradición recuerda que lo eran de vida, inseparables en todo momento. Su amistad era tan estrecha que muchos los veían como un solo espíritu en dos cuerpos.

La memoria de la Iglesia oriental los conserva como mártires, pero también como hermanos sellados en una unión especial. Hay quienes dicen que en la liturgia antigua, antes de la persecución, habían celebrado un rito sagrado que unía a dos personas con lazos más fuertes que la sangre: la adelphopoiesis.

Imagina la escena. Una iglesia en Siria, velas encendidas ante el altar, los cánticos resonando en griego antiguo. Sergio y Baco avanzan juntos, vestidos con sus túnicas blancas de oficiales. Un sacerdote los recibe con solemnidad, coloca un velo sobre sus hombros y ata sus manos derechas con un lazo, signo de que ninguno podrá separarse del otro sin traicionar la gracia recibida.

Se leen palabras del Evangelio: “Que sean uno, como tú y yo somos uno”. Los presentes responden con aclamaciones. Sobre una copa de vino, el celebrante invoca la bendición divina: que Dios les conceda amor indestructible, ayuda mutua en las fatigas, consuelo en las heridas, herencia compartida y alegría en la eternidad. Sergio y Baco beben juntos de la misma copa, y al final se besan en los labios, como sello del pacto. Ya no son meros amigos ni simples camaradas: son hermanos en Cristo, unidos para siempre.

Poco después, su fe fue descubierta. El emperador exigió que ofrecieran incienso a los dioses de Roma. Ellos se negaron. Entonces Baco fue azotado hasta la muerte, y Sergio, obligado a marchar con botas de hierro hasta caer decapitado. Murieron como soldados fieles a Cristo, pero la tradición insiste: murieron también como compañeros inseparables, cada uno llevando en el corazón la memoria de aquella unión que los hizo uno ante Dios.

Así, la historia de Sergio y Baco ha sobrevivido entre la devoción popular y la polémica académica. Para algunos, son símbolos de amistad sacralizada; para otros, ejemplo de amor entre hombres bendecido en la liturgia. Sea cual fuere la lectura, su memoria resplandece como la de dos almas que se atrevieron a vivir juntas la fe y el amor en un tiempo adverso.

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