Escena: Nairobi, principios de los años setenta. En un despacho atiborrado de libros y mapas, Louis Leakey conversa con Jane Goodall sobre sus hallazgos en Gombe.
Leakey:
Jane, cada vez que vuelves de Gombe traes un nuevo terremoto para la ciencia. Cuéntame otra vez lo de David Greybeard. ¿De verdad fue él el primero en mostrarte lo impensable?
Goodall (sonríe con ternura):
Sí, Louis. David Greybeard fue el primero que se acercó a mí sin miedo. Me permitió observarle de cerca, y fue también el primero al que vi introducir una ramita en un termitero para pescar termitas. No era sólo usar una herramienta: era fabricarla. Le quitaba las hojas antes de meterla en el montículo.
Leakey (con énfasis):
Jane… lo sabes, ese momento cambió todo. “Tendremos que redefinir el concepto de herramienta o considerar a los chimpancés como humanos.” Lo dije y lo sigo creyendo.
Goodall:
Recuerdo tu carta con esas palabras. Y no fue sólo David. Pronto vi a otros hacerlo. Era una práctica común, transmitida socialmente.
Leakey:
Y luego vino lo del consumo de carne…
Goodall:
Así es. Siempre creímos que eran pacíficos vegetarianos. Pero vi cómo cazaban colobos rojos, compartiendo la carne. Incluso fabricaban lanzas rudimentarias: afilaban palos para cazar pequeños mamíferos. La idea de “depredadores” se nos vino abajo…
Leakey (inquieto):
Pero lo más perturbador, Jane, fue lo de las crías.
Goodall (con tono sombrío):
Sí. Una hembra, Passion, junto con su hija, secuestraban y mataban a las crías de otras hembras. Fue desgarrador. Lo observamos repetidas veces. No intervenimos, porque nuestro papel era documentar, no juzgar. Pero nos dejó claro que la crueldad no era patrimonio humano.
Leakey:
Y más tarde la guerra…
Goodall:
La guerra de Gombe. Dos grupos que antes eran uno se dividieron, y durante años los machos del grupo más fuerte atacaron sistemáticamente a los del grupo más débil, hasta exterminarlos. Vi la planificación, la cooperación en ataques coordinados. Era como observar las raíces más oscuras de la agresión humana.
Leakey (con voz grave):
Lo que descubriste nos obliga a replantear la frontera que nos separa de ellos. No sólo construyen herramientas; sienten, conspiran, aman y odian.
Goodall (mirando al vacío, con emoción):
Siempre digo que he visto en ellos lo mejor y lo peor de nosotros. La ternura de David Greybeard al darme confianza, y la violencia fría de los machos en guerra. Lo que somos, Louis, está ya en ellos, en germen.
Leakey:
Tu trabajo no sólo cambia la ciencia, Jane. Cambia la manera en que nos miramos a nosotros mismos.
Goodall (susurra):
Y lo que aprendí de los chimpancés me enseñó también que tenemos una responsabilidad: si somos capaces de tanta violencia, también debemos ser capaces de protegerlos a ellos y al mundo que compartimos.
[Silencio. Ambos quedan pensativos, sabiendo que el descubrimiento de los chimpancés ha desvelado, al mismo tiempo, el espejo más claro y más incómodo de lo humano.]
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