jueves, 5 de noviembre de 2015

Frances Glesner Lee, criminóloga.

 Chicago; 1944. La cosa va así. Marie Jones, prostituta, ha aparecido muerta en su sórdido piso de alquiler, con el cuello rebanado. El arma del crimen descansa junto al cadáver.. Los investigadores llegados al lugar encuentran otros indicios: Un par de botellas de licor, un pañuelo empapado en sangre, etc...
La casera, Shirley Flanagan, encontró el cadáver y asegura que la noche anterior vio llegar a Marie en compañía de Jim Green, un cliente habitual. La versión de Green no resulta demasiado creíble. Afirma que Marie estaba muy borracha, que se apoderó de su navaja y se encerró en su habitación. "Cuando entré en la habitación, estaba tal y como acaban de encontrarla. Así que me largué."
¿Quién es el asesino?¿Hay un asesino siquiera? Los investigadores son de carne y hueso pero las víctimas y la escena del crimen, no. En todo caso, no más reales que una casita de muñecas truculenta, con todos los detalles bien elaborados a escala 1:12.
La autora es Francis Glesner Lee (1878-1962), una criminalista de edad madura. Empezó a interesarse por los casos de homicidio a consecuencia de su amistad con Geoge Burguess Magrath,compañero de estudios de su hermano en la Facultad de Medicina en Harvard. Ella cursó sus estudios en Boston y se ocupó del análisis de sus primeros casos en 1930... !a los 52 años! Partidaria de la profesionalización y racionalización de las ciencias forenses, estableció en 1931 la Escuela de Medicina Legal de la Universidad de Harvard, la primera de los Estados Unidos. Con el tiempo Frances se convirtiría en la mecenas de la institución.
Fue entonces cuando ella construye una serie de 19 dioramas a escala 1:12 en formade casitas de muñecas. Pero en lugar de apacibles historias de confort burgués estos dioramas nos hablan de crimen y vidas sórdidas. "La persona que examina estos modelos puede aprender en una hora más sobre pruebas circunstanciales de lo que aprendería estudiándolas en abstracto durante meses", decía la veterana criminóloga.
La criminóloga y fotógrafa Corinne Botz ha publicado un libro con más de 500 fotografías detalladas de estos dioramas.
De la construcción de los dioramas se encargó un carpintero profsional, que llegó a incluir patios traseros y escaleras de incendios, aunque el observador no pudiera verlos. Las llaves giran en las cerraduras, hay un minilápiz que escribe y un silbato que pita. Corinne Botz ha tenido acceso a las notas de Frances y sabe quién cometió 14 de los asesinatos, alvo cinco que a día de hoy se consideran demasiado complicados para que los estudiantes los resuelvan.
Jennifer Doublet, arquitecta y conocedora de la obrea de Frances Glesner Lee, dice: "lo que más me impresiona es que el mundo eminentemente masculino de la investigación policial salta por los aires en estas descripciones de crímenes que tienen lugar en el controlado y hogareño mundo de una casa de muñecas". Todas las víctimas son mujeres. No se sabe muy buen por qué razón.
"En los años 20 la Policía estaba obsesionada con el tema del crimen organizado y sus ajustes de cuentas, así como los atracos a bancos de las zonas rurales, en plena Gran Depresión. No se investigaban ni la trata de blancas ni la violencia doméstica. Quiza Glesner Lee quisiera llamar la atención sobre eso", me explica un criminólogo.

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